Apple ha hecho cosas mejores que el iPod y el iPhone: la versión 10.5 de su sistema operativo Mac OS, conocida como Leopard, hace contener la respiración hasta a los más radicales fanáticos de Linux y, por supuesto, a los usuarios de Windows. Tardó bastante en ponerla en circulación (desde 2005 sus diseñadores trabajaban en ella), pero sin duda la espera estaba justificada. Es el sistema operativo para la nueva era Mac, basada en procesadores Intel y enfocada en la plena interoperabilidad y comunicación con el resto del mundo computacional, dos principios que Steve Jobs juraba aborrecer. Pero no había otra forma de meter a los computadores Mac de nuevo en el ring y la apostasía ha dado alentadoras esperanzas a la legendaria marca. Desde hace algún tiempo, Apple entendió que debía renovar completamente el sistema operativo. Para qué reinventar la rueda si ya existe Unix, por lo que Apple decidió simplemente comprar la licencia y construir una interfaz fabulosa sobre un sistema de probada calidad. De tal manera que las últimas versiones del Mac OS son Unix con un entorno gráfico de ensueño. Y allí está la principal fortaleza de la propuesta Mac; una interfaz de usuario que cualquier sistema operativo desearía tener. Su histórico foco en el diseño y en la usabilidad hace que Mac domine en cuanto a experiencia de usuario, facilidad de uso y alucinantes apariencias visuales. A los ingenieros de Mac se les ocurren primero que al resto las soluciones más sencillas y eficientes. La pantalla táctil fue inventada hace muchos años y Apple apenas decidió utilizarla el año pasado, en el iPod Touch; pero jamás hubo un sistema de pantalla táctil tan creativo como éste, basado en suaves deslizamientos de los dedos en lugar de los tradicionales lapicitos metálicos. Con Leopard sucede algo similar. No trae nada que no estuviera presente antes en otros sistemas operativos, pero lo trae de una manera nueva y fascinante. Time Machine, por ejemplo, es el programa de respaldo de información incorporado en Leopard; existen aplicaciones para realizar backup en Windows y Linux desde hace varios años, pero la interfaz de Time Machine es un buen ejemplo de software pensado para la usabilidad. Cualquier usuario entenderá de qué se trata con el sólo nombre de la aplicación. La interfaz del programa simula un recorrido por el pasado y con un par de clics se puede recuperar el estado anterior de cualquier archivo en el disco duro. En Finder -el explorador de archivos de Mac OS- fue incorporada la función 'Cover Flow', que permite navegar por los directorios con el mismo estilo de iPod, es decir, revisando íconos y miniaturas de su contenido en 3D. Leopard incluye una aplicación de consola, similar a las que se utilizan en Linux, para pasar rápidamente a la línea de comandos. El típico usuario Mac tal vez no hallará interesante esta función, pero sí el administrador de redes y el usuario avanzado proveniente del universo Unix. Y allí está la esencia de la estrategia Apple: Leopard quiere atraer a clientes de Linux, Solaris, Windows y cualquier otro rival, que desean funciones potentes y no solo interfaces bonitas. Leopard se conecta a cualquier red local sin dificultad alguna y convive en paz con máquinas de otros sistemas, algo que en el pasado fue un dolor de cabeza. Mac OS es un sistema operativo propietario, es decir, hay que pagar por una licencia, lo que le pone todavía muy lejos del modelo Linux, pero el precio es cómodo y entregan la versión completa por el mismo valor. Si usted va a pagar por un sistema operativo, no estaría mal pagar por algo como Leopard.