La palabra eclipse proviene de una antigua expresión griega que significa "abandono"; literalmente el eclipse era visto como el Sol abandonando la Tierra. El eclipse de Sol, en tanto indica una desaparición momentánea de la luz, casi siempre ha sido considerado como un evento dramático, de mal augurio, anunciador de sucesos funestos que dan a entender el final de un ciclo y el comienzo de otro. Así ha sido en muchas culturas. Los eclipses son también el primer fenómeno celeste cuyo mecanismo ha comprendido el hombre. El perfil circular del borde de la sombra de la Tierra sobre la Luna enseño, desde el siglo V a.C., que la Tierra es redonda; las medidas del tamaño y la distancia de la Luna fueron también el fruto de la observación de los eclipses. Sin embargo, mucho tiempo antes, los caldeos ya habían observado la regularidad de la sucesión de los eclipses y grabaron sus observaciones en tabletas cuneiformes que se estiman como el escrito más antiguo del hombre: el primer texto humano fue sobre astronomía. También corresponde a Babilonia el más remoto eclipse que se ha logrado fechar con exactitud, el llamado eclipse de Babilonia. En las crónicas de los primeros reyes de este reino se lee que "se transformó el día en la noche el 26 del mes de Sivan, en el séptimo año del reino y hubo un fuego en medio del cielo". El fuego en medio del cielo sin duda corresponde a la descripción de la corona solar y se trata de un eclipse total de Sol que se observó en el sur de Babilonia el 31 de julio del año 1062 a.C. Una referencia de la Biblia, esta vez en el Apocalipsis, relaciona los eclipses de Sol y de Luna con los terremotos: " Y vi, cuando abrió el sexto sello sobrevenir un gran terremoto, y el Sol se volvió negro como un tejido de crin, y la Luna toda ella se volvió de sangre" ( Revelación vi:12). También en el sur de Asia los eclipses nos han legado una variedad de leyendas y supersticiones relativas a los eclipses, como las de los naturales del antiguo reino de Siam, que creían firmemente que el dios-demonio Rahu, el Glotón, devoraba al Sol y que sólo el sacrificio de animales podía devolverle la luz. Lo curioso es que este temor a Rahu y a la furia del dios-sol Surya, persiste hoy día entre muchas comunidades campesinas del sur de Asia. En la India también se tomaban medidas en los eclipses, como la inmersión en el agua hasta el cuello, un acto de respeto que supuestamente ayudaba al Sol en su combate contra el dragón que lo devoraba. En Egipto, un civilización que curiosamente no ha dejado casi ninguna referencia a los eclipses, se pensaba que ocasionalmente la serpiente Arpep, gobernante del mundo subterráneo y reina de la muerte, atacaba y hundía el bote en que navegaba entre los cielos el dios-sol Ra. La mitología, literatura e historia de los eclipses en China es riquísima. Originalmente sucedían por el feroz ataque de un dragón, o de enloquecidos perros que desgarraban al Sol y a la Luna. De allí que las palabras "eclipse" y "comer" se representan con el mismo carácter: la Luna devorada por un sapo. Todo esto producto de un desarreglo cósmico en el cual generalmente estaban involucrados los problemas del emperador con sus esposas. Según las leyes astrológicas y culturales chinas, se restablecía el orden celeste efectuando algunos ritos, como lanzar flechas al aire para matar al monstruo devorador. El primer registro de un eclipse de Sol, alrededor del año 2137 a.C., se encuentra en manuscritos chinos del reino de Tchoung-kang. Los astrónomos reales debían preparar los ritos habituales para espantar al dragón que pretendía comerse al Sol: batir tambores y lanzar flechas al cielo. En lugar de eso, Ho y Hi, los expertos en asuntos celestes, no solo habían fallado en el pronostico del fenómeno, sino que se presentaron completamente ebrios al evento público preparado para el emperador. Este, furioso por su poca seriedad los hizo decapitar. Los grandes astrónomos, filósofos y escritores de Grecia fueron por supuesto notables observadores del fenómeno por lo cual son numerosos los registros históricos relativos a los eclipses. Inclusive hay una referencia en el clásico de Homero, La Odisea, a un eclipse posiblemente observado en el año 1178 a.C. en Itaca: "...y el Sol ha muerto en el cielo y una maligna niebla todo lo cubre" Años después, y según el historiador griego Herodoto, el 28 de mayo del año 585 a.C. un súbito oscurecimiento del Sol, pronosticado por Tales de Mileto, el eclipse de Tales, detuvo una recia batalla entre los medos y los lidios. La impresión que causó entre los pueblos combatientes se tradujo en una inmediata paz. El eclipse de Luna del 27 de agosto del 413 a.C. tuvo un decisiva influencia en la guerra del Peloponeso; los atenienses estaban listos a mover su ejército sobre Siracusa cuando súbitamente se observó un eclipse total de Luna. Los marinos y soldados se aterraron con el fenómeno y se negaron a marchar. Su comandante, Niceas pospuso el movimiento 27 días, tiempo suficiente para que los espartanos tomaran ventaja y acabaran totalmente con el ejército y la flota de Atenas. Niceas murió en el combate. Los mitos y leyendas en la América precolombina relativos al cosmos, y por supuesto a los eclipses, son abundantes. En el México antiguo, los mayas (200-800 d.C). y los aztecas (1000-1500 d.C.) tenían sobre los eclipses narraciones de combates celestes entre dioses por obtener los mejores sitios en el cosmos. En el Libro VII del Código florentino, de Bernardino de Sahagún, en Historia general de las cosas de Nueva España, se describe el espanto que producían los eclipses entre los aztecas: "Cuando el Sol comenzaba a desaparecer los débiles y los cautivos eran sacrificados para ofrecer su sangre, y en todos los templos había cantos y gritos de guerra. Se temía que el Sol muriera y el mundo quedara en tinieblas para siempre. Los demonios de la oscuridad vendrían y se comerían a los hombres. Cuando la Luna era eclipsada con su cara oscura y cenicienta la mujeres temían que sus hijos por nacer se convirtieran en ratones" Entre los cakchiqueles de las montañas de Guatemala, todavía se cree en el peligro de los eclipses, y el solar más maléfico que el lunar, porque en el primero espíritus de toda clase salen de la profundidad de la tierra para atrapar a la gente. La primera obligación es dirigirse a las puntas de los cerros con todo tipo de artefactos capaces de producir ruido, desde tambores hasta cacharros que golpean con palos. Incluso las campanas de las iglesias tañen para ayudar al Sol o a la Luna a evadir el peligro que les amenaza. Los incas también pretendieron intimidar a las criaturas que se comían al Sol, y aún en algunas lugares de América del Sur se piensa que los eclipses son causantes de enfermedades, como la viruela. En el mito de los indígenas cubeos del Amazonas el eclipse se produce cuando el Sol esconde su cuerpo en la maloca, la casa comunitaria de muchos pueblos amerindios que es, en pequeño, una representación del cosmos. Como se observa, los eclipses en realidad han sido protagonistas de la historia. Ibrahim, el hijo del gran profeta del Islam, Mahoma, murió el 22 de enero del año 632 d.C., coincidiendo con un eclipse de Sol, lo cual fue tomado por sus seguidores como una señal de Dios. En el año 1504 Cristóbal Colón sufrió varios meses de abandono por parte de su tripulación en las costas de Jamaica, mientras que los nativos rechazaban suministrarle las provisiones que le eran indispensables. La leyenda dice que Colón arregló un encuentro con los indígenas en la noche precisa, el 29 de febrero, cuando un eclipse total de Luna tendría lugar. Se piensa que basó su predicción en el conocimiento de las tablas de navegación del astrónomo Johann Müller, mejor conocido por su nombre en latín, Regiomontanus. Colón amenazó a los indígenas con hacer desaparecer la Luna si no le ayudaban, y como el eclipse ocurrió en el tiempo previsto, la impresión que causó ayudó a la supervivencia del temerario navegante. También hay diversas referencias de eclipses que fueron de provecho para individuos que tenían conocimientos de astronomía. Con nuestra técnica actual podemos calcular el momento y el lugar exacto de los eclipses de Sol o de Luna que tuvieron lugar en el pasado. Es así como podemos precisar eventos históricos relacionados con el fenómeno, considerando que en los últimos 3000 años se han producido alrededor de 5000 eclipses de Sol y 8000 eclipses de Luna de todo tipo. Y también pronosticar los eclipses de los próximos 2000 años con lugar y hora exacta del fenómeno, en minutos y segundos. *Director Planetario de Bogotá