LOS GUARDA CORAZONES ENCONTRAR UN PRINCIPE AZUL PArece no ser precisamente el sueño de las princesas. Varias románticas historias de amor de las herederas de la realeza y la aristocracia han tenido como protagonistas a sus guardaespaldas. El viernes pasado el mundo se despertó con la noticia de que Estefanía de Mónaco, la princesa rebelde de la dinastía Grimaldi, está esperando un hijo de su fiel guardaespaldas Daniel Ducruet. El bebé nacerá en noviembre y por amor a Ducruet, Estefanía, de 27 años, ha anunciado que abandonará su carrera como cantante y diseñadora para dedicarse al hogar.Aunque la pareja ha afirmado que no tiene prisa por contraer matrimonio, el príncipe Rainiero parece haber consentido en los amores de su hija, con la espEranza de que este sea el fin de los tormentosos romances de la princesa. Como se sabe, Estefanía ha anunciado tres veces en los últimos años haber encontrado el hombre ideal con quien compartir su vida. En 1990 estuvo prácticamente comprometida para casarse con el agente inmobiliario francés Jeanves Lefur, pero el romance terminó cuando en el principado se descubrieron los negocios "non sanctos" de Lefur. El anterior amor de Estefanía había sido Ron Bloom, su director discográfico; pero la historia de amor llegó a su fin después de la publicación de unas comprometedoras fotografías de la princesa con Anthony Delon. En 1987 la princesa aseguró a la prensa que quería compartir su vida eternamente con Mario Oliver, dueño de la famosa discoteca Vértigo de Los Angeles, con quien construyó su nido de amor en Tenerife. Ahora, con bebé a bordo, el guardaespaldas de Estefanía parece haber logrado poner punto final de las desventuras románticas de la princesa.Pero su caso no es el único. Hace sólo dos semanas las revistas internacionales daban cuenta de la primera aparición de la princesa Ana de Inglaterra al lado de su romántico corresponsal de hace tres años, Timothy Laurence, quien se desempeñaba como su escudero. El escándalo terminó con el anuncio de separación de la princesa de su esposo Mark Phillips. Luego de un período de discreción, Laurence acaba de ser nombrado por la mismísima reina Isabel como "acompañante oficial" de la princesa, cargo que entre los plebeyos es sinónimo de guardaespaldas. La pareja asistió al baile anual del Regimiento de Escoceses, donde sorprendió a todos al actuar como dos felices enamorados. La sonrisa de la princesa Ana, nunca antes vista, alentó las especulaciones en los círculos de la chismografía real y se sostiene que ya es sólo cuestión de tiempo, que Ana obtenga el divorcio oficial, para que se haga el anunció del compromiso oficial entre la princesa de 41 años y su romántico escudero de 37.Y al parecer la princesa Ana no es la única habitante de Buckingham en haber entregado su corazón a uno de sus escoltas. En una nueva biografía de la princesa Diana, que acaba de aparecer en Inglaterra, se asegura que la princesa de Gales también encontró hace siete años un guardacorazones que la consolara del tedio de su matrimonio. El protagonista fue Barry Mannakee, quien murió en un accidente automovilístico en 1987. Según Lady Colin Campbell, la escritora de "Diana in Private", la princesa ha tenido en sus 10 años de matrimonio varios "confidants", un término británico que sirve para camuflar el de "amante". El libro sobre los amores ocultos de Diana lógicamente está hoy en la lista de los más vendidos.Quizá la historia de amor más conocida que tiene como príncipe azul a un guardaespaldas, es la de la multimillonaria heredera Patricia Hearts, quien durante su secuestro no sólo se enamoró de sus captores el famoso síndrome de Estocolmo protagonizando una historia sin precedentes que ha sido llevada al cine y acaba de ser estrenada en el Festival de Cannes sino que años después de haber recuperado su libertad contrajo matrimonio con Bernard Shaw, el hombre que había sido guardaespaldas en los años siguientes. Hoy a los 30 años, Patricia Hearst es madre de una niña de dos años y vive feliz siendo un ama de casa común y corriente en Nueva York, donde su esposo, de 38 años, continúa trabajando como guardaespaldas.Al parecer estos fieles acompañantes no siempre permanecen a la espalda de sus protegidas. El oficio de ahuyentar a los plebeyos también hace que estos ángeles guardianes se conviertan en sus inseparables compañeros y confidentes. Y todo parece indicar que, al contrario del resto de las mortales que siempre han soñado con encontrar un príncipe azul, las princesas reales sueñan con hombres protectores y solícitos, para entregarles su corazon.