Como antiguo secretario general de la Alcaldía de Bogotá quiero complementar la nota que acompaña al 'Sube' de su edición #768. Es justo el reconocimiento que se le ha hecho a Bogotá por su buena situación fiscal y financiera. Sin duda, el alcalde Mockus tiene acciones importantes en ese logro: impuso la sobretasa a la gasolina, decretó cuantiosa valorización local y ha sido parsimonioso en el gasto. Sin embargo, los medios han olvidado que la recuperación de las finanzas públicas del Distrito se debe fundamentalmente al Estatuto Orgánico de Bogotá (Decreto-Ley 1423 de 1993) y al valor político de Jaime Castro quien como alcalde aseguró su expedición y aplicación. Así lo han reconocido la administración actual, la Bolsa de Bogotá, Planeación Nacional y el Banco Mundial.La firmeza de Castro permitió superar la situación de quiebra en que estaba Bogotá a mediados del 92: déficit crónico, suspensión de desembolsos con cargo a créditos anteriores, suspensión de las negociaciones que se adelantaban para nuevos empréstitos y advertencias del gobierno nacional de no avalar un crédito más para el Distrito. A fines del 94, la inversión se había recuperado, las obras contratadas estaban financiadas y en el presupuesto distrital -por primera vez en muchos años- había superávit. Sobre todo, se habían sentado bases sólidas para la estabilidad fiscal y financiera de la ciudad. Se había abierto el camino que ahora recorre Mockus con seriedad.Herman Arias GaviriaBogotá