Se ha hablado mucho últimamente de los pobres ricos: esos sindicalistas de Colpuertos que sólo por descargar bultos de los barcos han obtenido pensiones del Estado tan desmesuradas como... yo qué sé: digamos que como la que recibe el doctor Carlos Lemos por haberle cargado durante ocho días un bulto al ex presidente Samper. Que un pobre sea rico suele resultar intolerable para los ricos. Lo ven no ya como una amenaza contra el orden establecido _que lo es_, sino como una violación del orden divino. Hay algo inmoral en la riqueza del pobre. Como dice el refrán: "Lo que es del pobre es robado" (porque si no, ¿de dónde?). Pero no voy a ocuparme aquí de temas de moral, sino de economía. No de la riqueza de los pobres, sino de la pobreza de los ricos.Ese es el fenómeno que preocupa actualmente a los economistas. Porque no es que los pobres estén ricos (salvo el doctor Lemos y otros cuantos ex funcionarios del Estado). Es que los ricos están pobres. Recuerdo que en mi niñez se decía que Colombia era un país tan misérrimo (¿o tan democrático? se decían las dos cosas) que aquí hasta los ricos eran pobres. Pero desde aquel entonces las cosas habían cambiado. Los pobres seguían siendo pobres, claro está, y más que nunca (con las excepciones mencionadas más arriba), pero por su lado los ricos se habían vuelto ricos en serio, de mostrar en cualquier parte. Y, en efecto, ellos mismos iban a mostrarse en todas partes, desde Cartagena en Colombia hasta Punta del Este en Uruguay, desde el Cafe de Flore en París hasta Elaine's en Nueva York. Y no hablo solamente de los nuevos ricos de la droga, con sus relojes de oro de doble esfera para controlar al tiempo la hora del embarque en Riohacha, La Guajira, y la del corone en Sarasota, Florida. Hablo de los ricos ricos, de los ricos de verdad. Pero parece ser que ya no es así. Ahora otra vez, como cuando yo era niño, los ricos colombianos están pobres.Están casi tan pobres como si fueran pobres. O, por lo menos, están tan pobres que están empezando a tener el mismo problema que los pobres: no les alcanza la plata. Me cuentan que hay ricos que se atrasan en el pago de las cuotas del club (y no porque sean ricos y en consecuencia se nieguen a pagarlas, sino porque son pobres y no pueden). Me cuentan que otros ricos han tenido que sacar a sus hijos de las universidades de Ivy League donde estudiaban porque no arriscan con lo de la matrícula, y que otros más no llegan ni siquiera a la de Los Andes o a la de la Javeriana. Hay ricos que, este año, no van a poder ir a esquiar en Aspen ni a bucear en Saint Kitts. Me han llegado a decir que hay ricos que se han visto obligados a vender alguno de sus carros. (He preguntado que quiénes son lo pobres que compran los carros que venden los ricos, pero no he hallado respuesta).Es que ser rico en Colombia hoy en día requiere mucha plata. Los colegios de los niños. Los restaurantes de la Zona Rosa. Las muchachas. Los guardaespaldas. La Clínica Santa Fe. Es muy difícil ser rico, con tantos gastos (o con tanta, como dicen los economistas, "generación de empleo"). Es verdad que en Colombia, como compensación por generar empleo, los ricos pagan muchos menos impuestos que los pobres. Pero ni aún así: porque tienen que asumir además una serie de tasas para-institucionales cuyo monto no hace más que subir: vacuna a la guerrilla, cuota voluntaria a los paramilitares, pago de rescates, soborno a los funcionarios que les permiten evadir impuestos o sacar plata del país. (Aunque me cuentan que hay ricos que ya no tienen plata ni siquiera para comprar dólares; pero ni he podido verificarlo, ni me parece verosímil).Y no voy a hablar aquí de los super-ricos, que también andan mal de plata, porque me dicen mis fuentes que regar esa información podría generar un pánico económico. Pero me cuentan esas mismas fuentes que la situación es tan mala que ya hay varios super-ricos que no van a ganar este año tantos cientos de millones de dólares como hace tres o cuatro.Debe de ser porque, como en el chiste de Osuna sobre las reflexiones socioeconómicas de Julio Mario Santo Domingo, los pobres ya no tienen plata ni siquiera para gastársela en cerveza.Y el problema, más que en la pobreza de los ricos o en la riqueza de los pobres de que hablaba al principio, está ahí: en la pobreza de los pobres, que ya no tienen plata ni para gastársela en cerveza. Si los ricos insisten en no querer darse cuenta de que el problema es ese, se los van a comer los pobres.Ya están en esas.