“Hoy hablaron los colombianos, los estamos escuchando”, fue una de las frases que pronunció el presidente Iván Duque, en su corta alocución presidencial de las diez de la noche del 21N. Sin embargo, luego de oírlo me quedó claro que Duque es un presidente enconchado en su torre de marfil al que le está costando oír. Su esperada alocución resultó un balde de agua fría: tuvo el tono de un parte de orden público, en el que hubo más tiempo para enumerar los destrozos cometidos por una minoría vandálica que para que nos contara qué era lo que había escuchado de lo “hablado” por los colombianos. Lea la columna de María Jimena Duzán aquí