Cuánta razón tiene Antonio Caballero en su nota sobre el escándalo de la Casa Blanca (edición #822) al decir que "nada es serio en todo el asunto" y que "resulta repugnante que la más grande potencia del mundo esté paralizada por una tan mezquina, tan sucia, tan insignificante historia". Esas mismas palabras podrían haber llevado a la conclusión a SEMANA de que no valía la pena dedicarle al tema dos portadas, dos artículos de fondo y otro más, en el que se difama a un hombre que ya no se puede defender: el presidente John Kennedy.En cambio sus lectores, que también estamos asqueados de tanta bajeza en el asunto Clinton, hubiéramos agradecido un tratamiento amplio y generoso sobre la visita de Juan Pablo II a Cuba, verdadera noticia de las últimas semanas y del fin de siglo. Que traerá muchas consecuencias para los habitantes de ese país e indudables modificaciones en relación con Estados Unidos y con el resto del mundo. No fueron suficientes las 60 y tantas palabras de la edición del 26 de enero, ni las dos columnas de The Economist en la del 2 de febrero. Esperábamos más. Javier Abad-Gómez, presbítero Medellín