1 El ahorro no tiene que ver con los ingresos. Es un tema cultural y se basa en la disciplina. Es importante trazar una meta. ¿Para qué ahorrar? ¿Cuál es el sueño a cumplir?2 Revisar los ingresos y egresos de la familia, la pareja o la persona si se es soltero. Ver en qué se gasta la plata y cómo.3 Evitar los ‘hoyos negros’. A partir del análisis de los gastos se puede ver cuáles son necesarios y cuáles no. Puede que sean cosas pequeñas pero constantes que suman en el largo plazo, por ejemplo, el café diario que se compra por fuera de la casa.4 Para gastar hay que ahorrar. Es importante buscar una técnica de ahorro que funcione, sea cómoda y ayude al propósito. Desde los descuentos de nómina en fondos de empleados hasta tener una alcancía, todo es útil.

5 El tiempo vale, por eso, mientras más pronto comience el ahorro, mejor. Como es una disciplina aprendida, vale la pena enseñarla a los hijos desde que están pequeños y mejor con el ejemplo.6 Conocer la magia del interés compuesto. Es decir, sumar el rendimiento del dinero a la bolsa del ahorro. Por eso, los mecanismos que no permiten sacar el dinero con facilidad pueden funcionar bien a largo plazo.7 Tener claros los efectos de la inflación. O sea, saber que el dinero con el tiempo puede perder valor y poder adquisitivo. Tener la plata debajo del colchón es una pésima técnica a largo plazo.8 Es mejor tener seguros y no utilizarlos que no tenerlos y necesitarlos. No hay que ver los seguros como un hueco para el dinero, sino como un colchón que suaviza las caídas.9 Usar eficientemente el crédito. Hoy en día las tarjetas de crédito son necesarias, pero no es útil ni inteligente tener muchas. Dos es el número mágico. Idealmente, una de cupo bajo para los gastos y otra de cupo grande para las emergencias.10 Diversificar es clave. Es una mala idea poner todos los huevos en la misma canasta y, por eso, es importante ahorrar e invertir en diferentes instrumentos e instituciones de mercado.