Con el fin de encontrar una nueva manera de acercamiento, reconocimiento y vinculación con la naturaleza, Carlos Mario Wagner, Juan Pablo Culasso y Adriana Márquez crearon la primera ruta de aviturismo para personas con discapacidad visual en América Latina. Esta iniciativa abrirá sus puertas al público en septiembre de este año y será implementada en el bosque de niebla San Antonio, a 20 minutos de Cali, una zona reconocida a nivel mundial por los avituristas, pues es hábitat de más de 300 especies de aves.
“Es uno de los pocos bosques neotropicales donde ha habido investigaciones ornitológicas durante más de 100 años”, comenta Wagner, y recuerda que en 1910 el Museo de Historia Natural de Nueva York empezó a hacer expediciones en la zona. Estas fueron lideradas por Frank Chapman, uno de los mejores ornitólogos del mundo: “La misión entró por el Puerto de Buenaventura, se adentraron en el bosque durante varios días y a partir de ese momento empezaron a llegar diferentes ornitólogos nacionales e internacionales”, añade.
En el 2004, gracias al trabajo comunitario, la zona se convirtió en un Área Importante para la Conservación de las Aves (AICA). “Tras una conversación con uno de los habitantes de la zona, entendimos que si queríamos hacer conservación a perpetuidad teníamos que involucrar mucho más a la comunidad y buscar actividades que generaran ingresos económicos”, señala Wagner y explica que en Colombia, a diferencia de otros países, las AICAS son casi que un saludo a la bandera. “La legislación en este país no reconoce a estos terrenos bajo ningún estatus de conservación en la legislación ambiental, a pesar de que tenemos más de 100”.
En la búsqueda de ideas nació la opción del turismo de observación de aves, un proyecto que tardó en despegar por la situación de seguridad que vivía el país. “Con el paso de los años empezaron a llegar más turistas y se creó un movimiento muy bonito, porque como la comunidad empezó a recibir recursos, se generó un compromiso por la conservación del hábitat”, comenta Wagner.
De este movimiento de aviturismo en la zona rural de Cali, nació la idea de Colombia Birdfair, un evento anual que promueve el interés de los colombianos por la observación y conservación de aves desde el 2015. “En dos ocasiones invitamos a Juan Pablo Culasso, experto en sonidos de aves, ciego, y con una gran osadía para afrontar los retos que la sociedad impone a personas que tienen discapacidad visual”, afirma Wagner.
En la segunda participación de Culasso en este evento, a Adriana Márquez, esposa de Wagner, se le despertó la curiosidad por implementar un tipo de actividad turística para personas con algún tipo de discapacidad, basada en algunas experiencias que había conocido en España. “Allí empezamos a formular un proyecto enfocado en personas con discapacidad visual para que estas realizaran turismo de observación de aves”, comenta Wagner. Esta iniciativa se presentó a varias instituciones del sector público en el Valle del Cauca y aunque a todos les parecía un buen proyecto, ninguno se atrevió a financiarlo.
Fue solo hasta el año pasado que el programa Riqueza Natural, financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (Usaid), lanzó una convocatoria para el premio a la innovación en turismo de naturaleza. “Empezamos a adecuar la propuesta para aplicar a esta convocatoria, de ahí nace la idea de crear la primera ruta de aviturismo para personas con discapacidad visual en Sudamérica”, señala Wagner. La iniciativa fue una de las cuatro ganadoras, entre más de 1.000 propuestas que llegaron de todo el país.
Culasso explica que lo que están haciendo desde febrero es crear una guía sonora de las aves que se encuentran allí. “Hay que tener en cuenta dos aspectos fundamentales para su construcción: que refleje la autenticidad del lugar y capacitar a los guías locales para que conozcan el mundo de las personas con discapacidad visual”, señala.
La guía incluye sonidos de aves como el cucarachero sepia, flautista, el bien parado común, algunos búhos, entre otros: “En esta no van a estar los silbidos más comunes, como las tangaras o los colibríes que son aves muy vistosas, pero sus sonidos no son muy llamativos”, afirma Culasso.
Para lograr una implementación exitosa han realizado jornadas de capacitación en temas como introducción a la accesibilidad y técnicas de cómo guiar una persona ciega en el campo. “La gente con discapacidad quiere viajar, conocer otras cosas y tener recuerdos de esas experiencias, porque si uno va Google y busca ‘turismo de naturaleza para ciegos’, no encuentra casi nada”, comenta.
Por último, Calusso señala que Colombia es el país de las aves, pero hace más de 15 años no se publica una guía sonora. “Más que un extranjero como yo, que ama este país, la guía la deberían hacer los colombianos, porque es importante grabar el patrimonio sonoro que estamos perdiendo”, comenta.
Desde el mes de septiembre los turistas podrán disfrutar e identificar las especies de aves más representativas de la región. Para esto contarán con el apoyo de más de 20 guías capacitados, transformando el turismo de observación de aves en Colombia en una actividad incluyente. “Quienes hacemos aviturismo y somos personas videntes nos enfocamos en apreciar y disfrutar las aves a través de los ojos. Con Juan Pablo estamos aprendiendo a darle prioridad a otros sentidos”, concluye Wagner.
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