Hasta los detractores más feroces de la Constitución del 91 reconocen que su mayor logro es haber establecido valores que harían de Colombia un país más democrático, justo y progresista. Muchos escépticos creyeron que esta ‘poesía’ se quedaría en el papel. Pero la Corte Constitucional y muchos jueces han garantizado mediante sus fallos de tutela que esos ideales comenzaran a permear la vida de los colombianos. Sin duda, los casos resueltos por la Corte son ínfimos comparados con las arbitrariedades que se siguen cometiendo todos los días. Pero a través de esta jurisprudencia la ‘vara’ de lo que es aceptable en esta sociedad se ha ido subiendo. Discriminar a alguien por ser homosexual, no pagarles prestaciones a las empleadas de servicio, expulsar a una niña del colegio por estar embarazada son arbitrariedades que se cometen cada vez menos impunemente gracias a la tutela. Estos son algunos casos.