El vuelo LAN 533 Nueva York-Santiago del 27 de marzo pasado llegó a las 8:18 de la mañana, con casi 20 minutos de retraso. Pero no fue un inconveniente para los periodistas apostados en el aeropuerto Arturo Merino Benítez. Sabían que a bordo, la pasajera Michelle Bachelet no solo regresaba al país después de tres años a cargo de ONU Mujeres, sino que venía a reconquistar su solio en el palacio de La Moneda. “Me siento comprometida con mi país y por eso decidí volver”, explicó la socialista. Así empezó la campaña presidencial, una carrera larga, con algunos sobresaltos, pero sin ningún rival que amenace a Bachelet. El próximo 17 de noviembre, la primera ronda de las elecciones presidenciales podría ser definitiva. Según una encuesta del diario El Mercurio, el 46 por ciento de la gente votaría por Bachelet, el 21 por ciento por Evelyn Matthei, candidata de la derecha, el 8 por ciento por Franco Parisi y el 7 por ciento por Marco Enríquez-Ominami (ver recuadro).El analista chileno Fernando García Naddaf le dijo a SEMANA que “hay una sensación de carrera ganada por Bachelet. Falta definir si va a ser en primera vuelta o en segunda. Y para la derecha, puede ser la peor votación de su historia, lo que la llevaría sin duda a una crisis”.Y es que la derecha se alista para vivir una hecatombe a manos de candidatos independientes que le podrían arrebatar el segundo puesto, un resultado que no tiene precedentes desde el retorno de la democracia. En 2009, después de 20 años de gobiernos de centroizquierda, los derechistas alcanzaron una victoria contundente con Sebastián Piñera. Aunque será recordado por reconstruir un país devastado por el terremoto de 2010, brillar con el rescate de los 33 mineros de San José, conseguir un crecimiento económico del 5,5 por ciento y bajar el desempleo a menos del 6 por ciento, el multimillonario empresario no logró coronar su proyecto político.En 2011, cuando miles de estudiantes se tomaron las calles, Piñera se fue a pique. Como le explicó a SEMANA Patricio Navia, politólogo y profesor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Nueva York (NYU), “aunque los chilenos creen que el país va bien, no les gusta el presidente, sienten que todos no se benefician igual que los ricos.  Esto ha sido muy costoso para la derecha, que parece preocupada por el crecimiento y no por la redistribución”.  Para rematar, a la derecha le quedó grande armar su coalición. Por falta de consenso y por escándalos, los grandes nombres fueron cayendo uno tras otro. Las primarias de la Alianza, como llamaron a la asociación de la Unión Demócrata Independiente y de Renovación Nacional, eligieron a Pablo Longueira. Su campaña duró solo 15 días, pues renunció por una depresión fulminante. Después de largas negociaciones, proclamaron a Evelyn Matthei como candidata definitiva.Y sobre el papel, no era una mala elección. Es una mujer combativa, tiene con qué enfrentar a Bachelet y es una política experimentada. Fue senadora entre 1997 y 2011 y ministra de Trabajo de Piñera, quien dijo que ella es “capaz de estar cerca del más poderoso y también del más humilde, una tremenda candidata”.  Matthei tenía además la ventaja de conocer a la médica socialista, a quien frecuentó en su juventud, pues ambas son hijas de generales. Pero cuando llegó la dictadura el camino de las familias se separó. Alberto Bachelet siguió fiel a Salvador Allende y pagó con su vida, mientras Fernando Matthei se puso a las órdenes de Pinochet y terminó de comandante de la Fuerza Aérea. Y eso, justo el año que se conmemoran los 40 años del golpe, terminó siendo un lastre. Para Navia “su proximidad personal con el gobierno militar y su liderazgo evocan los recuerdos de un pasado violento. Eso explica por qué está tan mal”.Además, su campaña no se dio cuenta de que en 2011 Chile vivió una revolución soterrada que no conquistó el poder pero modificó las expectativas frente a temas trascendentales como la educación, el modelo económico, la desigualdad o la Constitución de 1980, heredada de la dictadura. Así, mientras Matthei dijo que “no estamos para experimentos”, “no creo en la educación gratuita para todos”, “Pinochet entregó el país de una forma decente”, Bachelet integró el descontento social en sus propuestas.Como hace cuatro años la expresidenta se despidió de La Moneda con más del 80 por ciento de popularidad, en las primarias, sin despeinarse siquiera, sacó el 73 por ciento de los votos. Armó una coalición, la Nueva Mayoría, con siete partidos entre los que aparece el Comunista, que no participa en un gobierno desde Allende. Bachelet, que según el oficialismo se “izquierdizó”, propone reformar la Constitución, los impuestos y la educación, debatir el matrimonio homosexual y solucionar el conflicto mapuche. Según ha dicho se trata, ni más ni menos, de “abrir un ciclo histórico”.Aunque su reelección tiene un tufillo caudillista, que como en muchos países vecinos combina continuismo y promesas de refundación, es la fórmula ganadora. Pero el riesgo de decepcionar es enorme. Gonzalo Leiva, fundador del movimiento Indignados Chile, le dijo a SEMANA que “Bachelet no se izquierdizó. Su coalición ha administrado a la perfección el modelo económico que impuso Pinochet. No quiere cambiar el modelo, solo propone hacerlo ‘un poco’ menos desigual. Tiene que cumplir, porque el Chile que ella gobernó no es el mismo de ahora”.El problema de Bachelet es que para realizar sus grandes cambios la Nueva Mayoría tendrá que conquistar con holgura las legislativas, pues la Constitución dicta que las reformas solo se pueden aprobar con cuatro séptimas partes de los votos. Como lo explicó García Naddaf ,“es probable que se quede corta y no cumpla, simplemente porque es muy difícil que en el Parlamento le den el poder que necesita. Está por verse cómo, solo desde el Ejecutivo, y en una coalición de liberales, demócratacristianos, socialdemócratas y comunistas, podrá avanzar. Se le viene un escenario muy difícil”.La gente, que desde hace dos años sale y sale a las calles, lo volverá a hacer si se siente engañada, y Bachelet corre el riesgo de verse desbordada por su propia izquierda. Por eso muchos apuestan a que paulatinamente baje las expectativas e inyecte pequeñas dosis de realismo. Pues, como le dijo a SEMANA el sociólogo y periodista chileno Raúl Sohr, “es improbable que haya cambios sustantivos en el ‘modelo’. A fin de cuentas el gobierno es una parcela del poder en un país”. LOS TRES SIGUIENTESFranco ParisiEste ingeniero irrumpió hace unos años con un programa televisivo de divulgación económica y finanzas personales. Propone educación gratuita en las universidades públicas, promueve una nueva Carta política y despenalizar el aborto. Lo critican por sus propuestas populistas.Marco Enríquez-OminamiHijo de Miguel Enríquez, líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria y asesinado por la dictadura, como candidato independiente obtuvo el 20 por ciento en las presidenciales de 2009. En 2010 fundó el Partido Progresista, está a favor del matrimonio homosexual, de disminuir el gasto militar y de subirle los impuestos a las compañías mineras.  Marcel ClaudeEconomista, trabajó varios años en el Banco Central de Chile y luego dirigió varias ONG ambientalistas con las que ganó notoriedad. Se enfocó en el voto joven, dice representar a los ‘anticapitalistas’, quiere una educación gratuita, aumentar los impuestos de las empresas y busca un arancel para la explotación de los recursos naturales.