Algunos discuten sobre el papel que Michelle Obama va a jugar en los próximos cuatro años e incluso le auguran un futuro como senadora, al mejor estilo de Hillary Clinton, y otros, más superficiales, se dedican a alabar su exquisito sentido de la moda. No hay quien se resista a hablar de ella, a mirarla. Todos, incluso sus detractores, parecen estar fascinados con la primera dama.  Y es que por más que la prensa está ansiosa por escuchar el discurso de Barack Obama, este lunes el presidente reelecto tendrá que compartir con ella todas las miradas. Michelle, una abogada afrodescendiente, progresista y de origen humilde, logró robarse el corazón del electorado y es más popular que el mismo presidente.   Para la muestra, un botón. En los días previos a la posesión presidencial, Michelle puso al mundo a hablar de ella al abrir una cuenta nueva en twitter donde enseñó su look renovado y festejó su cumpleaños número 49. Tan solo en las primeras 24 horas su perfil @FLOTUS, acrónimo en inglés de Primera Dama de Estados Unidos, ya tenía 70.000 seguidores. Eso sin contar los 2,64 millones que tiene su otra cuenta, @MichelleObama, abierta a principios del año 2012. En los últimos meses Michelle se convirtió en una pieza clave en la campaña de reelección, capaz de convencer a los estadunidenses desencantados de que confíen por otros cuatro años el destino de su país a su marido. En la recta final de la campaña, la primera dama realizó más de 95 giras por todo el país y desde principios del 2010 lidera la lucha contra la obesidad infantil con su movimiento Let’s Move (A moverse), multiplicando sus apariciones en los principales medios de comunicación.  Y es que aunque tradicionalmente la primera dama en Estados Unidos ha sido una 'mujer florero', gracias a Michelle este papel cada vez cobra mayor importancia. "Estas mujeres ya no son la cereza que adorna el pastel, si no, quizá, uno de los ingredientes más importantes en la carrera electoral", le explicó a Semana.com la analista política de la Universidad de California Catherine Watson.  De la capacidad de ella para conquistar el corazón de los votantes dependió en gran parte el triunfo de su marido en las urnas. No en vano en el 2010 la revista Forbes, al elegirla la mujer más poderosa del mundo en ese año, describió a Michelle como "una Jackie Kennedy con un diploma de Harvard y el sentido callejero de Chicago". La Jackie negra  Hija de Fraser y Marian Robinson, un empleado de los servicios hidráulicos y una secretaria, tiene entre sus ancestros esclavos provenientes de Carolina del Sur. Michelle se crió en un barrio pobre, pero eso no la detuvo para graduarse con honores de las prestigiosas universidades de Princeton y Harvard. A finales de los 80 ingresó a trabajar en la firma de abogados Sidley & Austin, donde conoció a Barack Obama, un estudiante de su misma universidad que trabajó como asociado de la compañía durante el verano.  Tan pronto la vio, Barack quedó prendado de ella y no descansó hasta que Michelle aceptó acompañarlo a ver la película Do the Right Thing, del director afroamericano Spike Lee. El primer beso vendría tiempo después en una heladería.  Según cuenta Michelle, aquel hombre que fue elegido el primer presidente negro de Estados Unidos "sigue siendo la misma persona que era entonces, por eso lo amo".  Michelle, madre de dos adolescentes, Sasha y Malia, siempre ha sido una gran admiradora de Barack Obama como padre y como político. De hecho, ha tomado sus banderas como propias, tanto que la periodista de The New York Times Jody Cantor aseguró en su libro Los Obama que Michelle interviene de más en los asuntos de la Casa Blanca. Incluso, la describió como una primera dama enojada y frustrada. Sin embargo, esa no sería la única vez que ella recibía críticas de los medios y de sus opositores, en el 2008 fue tildada de antipatriota por un discurso de campaña en el que dijo que por primera vez se sentía "orgullosa" de su país, al ver que su marido había llegado a la Presidencia.  Aparte de esos episodios aislados, Michelle ha dictado un manual de cómo ser la primera dama ideal manteniéndose alejada de las decisiones políticas polémicas y centrándose en su lucha contra la obesidad infantil.  Tanto sus seguidores como sus detractores admiten que ella es vital en la popularidad de Barack Obama y el bastón que lo sostiene y le ayuda a llevar sobre sus hombros la presión de semejante cargo. Un papel clave que se deberá afianzar en los próximos cuatro años, tan decisivos para que su esposo pase con laureles a los anales de la historia.  Una de las anécdotas de la pareja cuenta que Michelle y Barack estaban cenando, cuando la primera dama descubrió que el dueño del restaurante era su exnovio. Inmediatamente el actual presidente bromeó con que de haber continuado con ese hombre, hoy ella sería la dueña del lugar. A lo que Michelle le respondió: “Si no hubiera terminado con él, ese hombre sería el presidente de Estados Unidos y no tú”.