En el municipio de Choachí (Cundinamarca) hay un ambiente de desesperación y miedo desde hace unos meses. En la vereda Aguadulce la empresa Cosargo S. A. S. realiza exploraciones mineras con el objetivo de encontrar arenisca, materia prima para elaborar el concreto. La idea de que la industria extractiva pueda llegar a un pueblo, que tradicionalmente ha vivido del turismo, ha generado gran temor a ser desplazados y a que sus aguas se contaminen. Los habitantes quieren proteger una joya ecológica de la región: el Parque Ecológico Matarredonda, situado en el páramo de Cruz Verde, donde nacen importantes fuentes de agua que benefician a Bogotá y a varios municipios de Cundinamarca. Ríos como el Teusacá, Palmar y San Cristóbal tienen allí su origen. La empresa se encuentra en este momento en etapa de exploración, los resultados han sido positivos y pronto pasará a la segunda etapa: la explotación. Según Eduardo Torres, director del proyecto de Cosargo S. A. S., comenzarán la extracción de recursos a más tardar en un año. Representantes de la firma aseguran que la explotación será subterránea y que no afectará el ecosistema. Pero esa explicación no ha convencido a los pobladores de Choachí, quienes consideran que el páramo puede estar en peligro y el agua se puede contaminar. El alcalde del municipio, Carlos Cotrino, asegura que su administración no tiene la competencia para detener el avance de la empresa pues las decisiones sobre el subsuelo de la nación las toman las autoridades nacionales. “Ya he manifestado mi inconformismo, pero la administración local está entre la espada y la pared. Toca esperar que se manifiesten las autoridades ambientales pertinentes”, dijo.