Los relatos, a primera lectura, parecen repetirse: municipios del país que tienen que convivir con la guerra, con la ausencia de la institucionalidad, con la tensión entre grupos armados, con la alta militarización y con los cultivos de coca. El terror, el miedo. Sin embargo, en medio de aquello, pese a todo, también hay esperanza: proyectos comunitarios que tratan de quitarle vidas a la guerra, las artes como resistencia, la belleza de los paisajes colombianos, la arquitectura de pueblos escondidos entre montañas. Los líderes como banderas de unas luchas sociales justas. Eso fue lo que se encontró Carlos Alfonso Negret, defensor del Pueblo, en su misión humanitaria de cinco días en la región del Catatumbo: primero en el municipio de Convención, luego El Carmen, Acarí y Playa de Belén; los cuatro en Norte de Santander. Estas fotos retratan las formas de resistencia de sus habitantes.