¿Que pensarían el pintor Pierre Auguste Renoir y el filósofo Jean Jacques Rousseau al saber que entre sus descendientes hay un par de jóvenes y bien plantados modelos que, aunque admiten desconocer las obras de sus famosos antepasados, sí le han sacado buen partido a sus apellidos? Es probable que Rousseau llegase una vez más a la conclusión de que el hombre nace libre y la sociedad lo corrompe, mientras Renoir tal vez se sintiera impresionado por esa expresión tan peculiar de la estética y la figura humana. Pero a Matheo Renoir, de 21 años y estudiante de diseño de interiores, y James Rousseau, de 18 y quien está terminando su bachillerato, las especulaciones les tienen sin cuidado. Con sus bien administradas caras de niños están haciendo su agosto en las principales pasarelas del mundo sacándole frutos a su árbol genealógico.