La escena no podía ser más paradójica. María Luisa Piraquive, fundadora y máxima líder de la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional, explica a otros miembros por qué feligreses discapacitados no pueden subir al púlpito. “Si ven el predicador sin un brazo, no se van a agradar mucho. Por la conciencia, otros dirían por estética, no lo ponemos en el púlpito”, concluye sus instrucciones la líder espiritual de esta organización con 850 templos en 45 países. La paradoja está en que su Iglesia es la base del movimiento Mira, partido que apoyó en el Congreso la Ley Antidiscriminación aprobada en 2011. De hecho, el senador Carlos Alberto Baena, pastor general y segundo en jerarquía, fue uno de sus principales impulsores. Teniendo en cuenta que la doctrina cristiana protege específicamente a enfermos, discapacitados y vulnerables, el desprecio de la pastora Piraquive por sus seguidores en esa condición no pasaría de ser un problema de su conciencia y una razón para que algunos de sus fieles abandonen su grey. Pero a los videos que evidenciaban el flagrante rechazo de la máxima líder a los discapacitados se sumaron otras imágenes del propio senador Baena en plena actividad proselitista. En 2004 el entonces concejal de Bogotá aparece impartiendo instrucciones a sus fieles para que obtengan cada uno diez votos. Además, los miraístas deberían asegurarse de que esos electores fueran efectivamente a las urnas. “Ellos (los políticos tradicionales) son implacables, compran votos y ellos van por los votos. A nosotros nos toca ser iguales, nos toca ser astutos”, decía el pastor Baena a su rebaño. Para nadie es una sorpresa que los partidos políticos en Colombia empleen prácticas clientelistas para mantenerse en el poder. Lo paradójico en el caso de Mira está en que sus posiciones en el Congreso se han construido sobre un discurso de transparencia e independencia. La historia del Mira ha sido una curva ascendente desde su estreno en las urnas en las elecciones regionales de 2000. Precisamente en esos comicios Carlos Baena, hoy presidente del partido y senador, ganó por primera vez una curul en el Concejo de Bogotá. Dos años después, la hija de la pastora Piraquive, Alexandra Moreno ganaría un escaño en el Senado de la República con unos 80.000 votos. Con un pie en la Cámara alta y otro en el cabildo capitalino, el movimiento, y en especial el pastor Baena, ganaron un merecido reconocimiento por su juiciosa actividad legislativa. El Mira se convirtió en un caso de estudio de los cristianos en política electoral por dos decisiones que tomaron sus líderes: adoptar la idea de un movimiento político más allá de la Iglesia y mantenerse independientes. Este último camino marcó diferencia con otras tendencias cristianas con aspiraciones políticas que terminaron fusionadas en partidos como Cambio Radical y La U. En las elecciones de 2010 Moreno y Baena lograrían el mayor logro por tan arriesgada estrategia: superar el umbral con más de 324.000 votos en todo el país y tres senadores. El Mira obtuvo su graduación en política: pasó de ser una Iglesia cristiana con votos a representar una minoría organizada en el Congreso. No obstante, la dicha no duró un periodo legislativo. El endurecimiento del umbral puso en peligro de extinción a los partidos minoritarios, incluida la exitosa minibancada miraísta. El movimiento tendrá que obtener unos 450.000 sufragios en los comicios del próximo 9 de marzo para permanecer en el Senado. Como es lógico, esa elevada exigencia legal marca una fuerte tensión entre los votantes de base, feligreses de la Iglesia, y la necesidad de atraer otros decenas de miles de electores no vinculados con la doctrina ni la fe. Parte de esta tensión se refleja en el pulso que protagonizaron el año pasado los dos máximos líderes políticos del Mira: los senadores Alexandra Moreno Piraquive y Carlos Baena. SEMANA tuvo acceso a unos correos electrónicos entre la legisladora y su madre, la pastora María Luisa Piraquive, que revelan el cisma en la cúpula. Y asimismo confirmó que los hechos relatados en efecto sucedieron en el Congreso.El florero de Llorente fue el apoyo que Baena dio a la inclusión de la población homosexual en el debate parlamentario de la Ley Antidiscriminación. Para Moreno Piraquive esta línea se separa obviamente del pensamiento cristiano del Mira. “Sinceramente yo no sé él (Baena) para quién trabaja, si para Dios o para el diablo”, le reclamó la senadora a su madre y suprema líder del movimiento. La permanente defensa de su compañero de bancada y número dos de la Iglesia a los LGBT en esa iniciativa legislativa abrió más la brecha entre los líderes miraístas que Moreno reconoce que no es nueva. “Desde que nació Mira todos somos enemigos, así aparenten otra cosa y las persecuciones son constantes”, se quejaba la senadora en uno de los correos fechados en octubre. Pocos días antes, Moreno Piraquive había sorprendido con el anuncio de que no encabezaría la lista cerrada del partido en un momento de riesgo tan alto.Una de las pocas explicaciones a por qué un pastor cristiano como el senador Baena se arriesgaría a defender a los homosexuales estaría en el pragmatismo político. Una de las apuestas para que el Mira alcance el umbral pasa por la llegada de nuevos votantes a las filas y esto requiere una flexibilidad doctrinaria no muy común en las iglesias cristianas. Si bien Baena ganó evidentemente el pulso con Moreno Piraquive, estos correos no lo dejan bien parado con su electorado de base en la congregación. Como si lo anterior fuera poco, la semana de infierno del Mira concluyó el viernes pasado con el anuncio de la Fiscalía de la citación a interrogatorio de los senadores Baena y Moreno. La Unidad contra Lavado de Activos y Extinción de Dominio indagará a las cabezas del movimiento sobre inconsistencias entre los ingresos reportados y las actividades económicas de la Iglesia. El viernes pasado el ente investigador llegó a una de las sedes principales de la Iglesia para continuar las pesquisas. De encontrar méritos las autoridades investigarían al Mira por presunto enriquecimiento ilícito y lavado. Estas tres plagas –los videos, los correos y la investigación– que le han caído al bloque cristiano más exitoso en la política colombiana son de proporciones casi bíblicas. A la incongruencia de rechazar a los discapacitados desde la cúpula de la Iglesia se sumaron las prácticas de captura de votos, las fracturas en el apoyo a la Ley Antidiscriminación y los eventuales malos manejos de las finanzas. El desafío que enfrenta el movimiento Mira en los próximos dos meses no será fácil: en medio la peor crisis de su corta historia, aumentar en casi una tercera parte su caudal electoral.