LOS PAISES ISLAMIcos se han considerado tradicionalmente inmunes a la incidencia entre su población del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida), debido a que las enseñanzas del Islam prohíben inyectarse drogas y tener relaciones ilícitas, que son los vehículos de mayor contagio de la enfermedad en el resto del mundo. Pero una poco común reunión de estudiosos celebrada a comienzos del mes de abril en Abu Dhabi (Emiratos Arabes Unidos es uno de los pocos países musulmanes que permite la discusión pública del tema) recomendó a los países de ese credo adoptar la pena de muerte para los portadores asintomáticos quienes a sabiendas de serlo contagian a otros con el virus. Los clérigos dijeron que si un portador infecta sólo a otra persona debería ser condenado a cadena perpetua si el afectado no muere, y ejecutado si su víctima fallece. Pero si se trata de una actitud consciente, el castigo es mucho más doloroso. "Si la persona responsable de ese acto intenta propagar la enfermedad, debería ser condenada a la pena capital, por lapidación, y si es necesario, por crucifixión", manifestaron en un decreto al fin de la conferencia.