En este momento no se sabe quién va a ganar las elecciones, pero por primera vez una mujer, Hillary Clinton, tiene grandes posibilidades de ser presidenta de Estados Unidos. Sería una verdadera revolución, pues aunque las mujeres en el poder no son una novedad en el resto del planeta, con el triunfo de Hillary ellas tendrían las palancas del poder en tres de los países más importantes del mundo: Alemania, Reino Unido y Estados Unidos.En los primeros dos países, esa situación ya es un hecho. Angela Merkel es desde 2005 la canciller de Alemania, el país más poblado, extenso y rico de Europa. Durante los primeros años de su mandato, la mujer de semblante adusto y mirada indescifrable consolidó su poder gracias al hábil manejo que le dio a la crisis de 2008 y, tras el accidente nuclear de Fukushima, aumentó su popularidad con el cierre de las centrales nucleares en toda Alemania. Fue reelegida en 2009 y 2013.Con su estilo pausado y analítico, esta física hija de un pastor luterano y criada en la República Democrática Alemana se ha convertido, además, en el símbolo de la unidad de su país y en el centro de poder de la Unión Europea (UE), lo que le ha dado a su gobierno una dimensión mundial. Durante diez años, ha encabezado de manera casi ininterrumpida la lista de las mujeres más poderosas del mundo de la revista Forbes, y en 2015 la revista Time la escogió como la Persona del Año. Aunque debido a la crisis de los refugiados y a los atentados que ha sufrido su país en las últimas semanas hoy se encuentra a la defensiva, su gobierno ha sido uno de los más estables y largos del continente, y ha marcado a esta generación de alemanes.Desde principios de julio, Theresa May es la primera ministra del Reino Unido. Si bien ese país ya no es el imperio que fue durante siglos, por cuenta del brexit hoy está en el centro de todas las miradas. Pues de lo que suceda en ese país dependerá no solo el futuro de Europa, sino también buena parte de la economía mundial.Y aunque todavía es temprano para analizar el gobierno de May e incluso para saber cuál de sus políticas marcará su legado, lo cierto es que la primera ministra británica despejó las dudas sobre sus habilidades políticas al aprovechar el caos que siguió al referendo del 23 de junio, en el que el 52 por ciento de los británicos votó por cortar cobijas con Bruselas. En efecto, aunque May fue parlamentaria y durante los últimos cinco años fue la exitosa ministra de Interior de David Cameron, su llegada al número 10 de Downing Street se debió sobre todo a la ineptitud de sus contrincantes. Ambas mujeres se reunieron la semana pasada en Berlín para hablar del brexit, durante el primer viaje oficial de May. Aunque algunos medios resaltaron que ella y Merkel tenían cortes de pelo muy similares y otros se fijaron más en sus vestidos que en sus discursos, lo cierto es que el encuentro fue trascendental porque por primera vez en la historia dos mujeres representaron a dos potencias en una cumbre de alto nivel. A partir del 20 de enero del año próximo esa imagen podría resultar mucho más impactante, pues podría sumárseles Hillary Clinton como presidenta de Estados Unidos.Hacia la Casa BlancaAunque Estados Unidos se precia de tener uno de los sistemas más incluyentes del mundo, durante sus casi dos siglos y medio de historia independiente, los hombres han ocupado tanto su Presidencia como su Vicepresidencia. El patriarcado ha sido tan fuerte, que hasta este jueves ninguna mujer había representado a uno de los grandes partidos estadounidenses en unas elecciones presidenciales. Por eso, pase lo que pase el 8 de noviembre, tras conquistar la nominación demócrata, la exsecretaria de Estado ya hizo historia.Como dijo Michelle Obama en su discurso del lunes, gracias a Hillary “todos nuestro hijos e hijas ahora dan por hecho que una mujer puede ser presidenta de Estados Unidos”. Además, si Clinton vence a Donald Trump y se convierte en la persona número 45 en presidir el país, el impacto de su victoria solo sería comparable con el que tuvo el de Barack Obama, que en enero de 2008 se convirtió en el primer inquilino negro de la Casa Blanca.Sin embargo, el empate técnico que se registró esta semana en los sondeos no cambia el hecho de que si bien Trump ha demostrado ser un genio político, su llegada ha sido percibida por medio Estados Unidos y por el planeta no solo como un salto al vacío, sino como una verdadera amenaza para la paz y la estabilidad mundiales. Aunque aún faltan cuatro meses para los comicios del 8 de noviembre y ya es un lugar común decir que estas elecciones son impredecibles, también es razonable afirmar que el sentido común prevalecerá y que Hillary será la próxima presidenta de los Estados Unidos.El resultado de esa situación podría ser que las próximas cumbres del G7 y de la Otan estén compuestas por un grupo verdaderamente mixto. Y eso es deseable por dos razones. Por un lado, porque una reunión de alto nivel con varias mujeres será un mensaje fuertemente simbólico según el cual la seguridad y la economía mundiales no son cosa solo de hombres. Si bien en los últimos 100 años ellas han adquirido derechos que hoy parecen obvios como la posibilidad de votar, de tener una cuenta bancaria o de dirigir sus propios países, muchas aún no pueden decidir sobre temas fundamentales. Según ONU Mujeres, una de cada tres mujeres sufre violencia sexual o física, más de 700 millones contrajeron matrimonio antes de alcanzar la mayoría de edad, y otros 200 millones sufrieron algún tipo de mutilación genital durante la infancia.Por el otro, la presencia de una masa crítica de mujeres en esos foros de alto nivel puede favorecer el surgimiento de una fortaleza que en los hombres es menos frecuente, y es su capacidad de trabajar en equipo. Pues si bien los prejuicios positivos apuntan a que ellas les pueden dar ‘otra mirada’ a las discusiones sobre la paz, la guerra, las políticas públicas o el bienestar público, lo cierto es que los antecedentes apuntan en otra dirección. La británica Margaret Thatcher, la israelí Golda Meir, la india Indira Gandhi y la pakistaní Benazir Bhutto han demostrado que ellas pueden ser más guerreristas, autoritarias e intransigentes que los hombres. Pero en cuanto a la capacidad de formar alianzas, de apoyarse mutuamente, y de repensar y cambiar la manera de hacer las cosas, los especialistas son contundentes: cuando ellas constituyen más del 20 por ciento de un grupo, pueden hacer la diferencia.Y lo cierto es que Hillary, May y Merkel no estarían solas en las altas esferas del poder mundial, pues desde 2011 Christine Lagarde es la directora del Fondo Monetario Internacional y existen fuertes indicios de que una mujer podría reemplazar a Ban Ki-moon a la cabeza de Naciones Unidas desde el 1 de enero. A su vez, Michelle Bachelet está cumpliendo su segundo mandato como presidenta de Chile (la quinta economía latinoamericana). Y en el Lejano Oriente la surcoreana Park Geun-hye y la taiwanesa Tsai Ing-wen dirigen las riendas de sus países en un momento de tensión geopolítica extrema por cuenta de los reclamos territoriales de Beijing en el mar de la China Oriental y de la amenaza nuclear de Corea del Norte. ¿Y Colombia qué?Ahora que se habla tanto del plebiscito, el abultado resultado del que se celebró en diciembre de 1957 se debió a dos razones. Por un lado, estaba en juego la posibilidad de acabar con la dictadura de Rojas Pinilla. Y, por el otro, ese año las mujeres pudieron por primera vez ejercer su derecho al voto. El resultado fue que cerca de 4.200.000 colombianos y colombianas (un 96 por ciento de los votantes) sufragaron contra el general y a favor de ensayar la alternancia del Frente Nacional. Curiosamente, esa cifra es muy parecida al umbral de cerca de cuatro millones y medio de votos (el 13 por ciento del censo electoral) que se necesita para que el plebiscito por la paz sea válido.Pese a la contundencia de la victoria, esas elecciones no habrían superado el umbral de aprobación de no haber sido por la masiva presencia de las mujeres, que desde la década de los sesenta se hicieron cada vez más visibles y numerosas en el sector público. Desde entonces Colombia, que ha sido un país históricamente machista, se convirtió inesperadamente en uno de los abanderados de la igualdad de género en la política.Aunque ya durante el gobierno de Rojas Pinilla la caucana Valencia de Hubach había estado al frente del Ministerio de Educación, la abanderada de la participación de las mujeres en la política fue Esmeralda Arboleda. Tras ser una de las sufragistas más destacadas del país, en 1958 esta valluna se convirtió en la primera mujer que ocupó un cargo de elección popular en una época en la que era incluso raro que ellas pudieran acceder a la educación superior.Sin embargo, solo en las elecciones de 1974 –las primeras después del pacto nacional– una mujer desafió por primera vez el patriarcado que desde la Independencia ha marcado la Presidencia de Colombia. A pesar de competir con Álvaro Gómez y Alfonso López (dos pesos pesados de la clase política colombiana), María Eugenia Rojas cosechó ese año casi medio millón de votos, lo que correspondía al 10 por ciento de los sufragios, y se convirtió en una referencia política para el país.Aunque durante los años setenta las mujeres alcanzaron altas posiciones en el sector público, fue necesario esperar la Presidencia de Belisario Betancur para que se batiera un nuevo hito en la igualdad de género con el decreto que ordenaba que todas las viceministras tenían que ser mujeres. Sin embargo, la posibilidad de que ellas dirigieran el país solo volvió a concretarse a finales de los años noventa con Noemí Sanín, que en su primera candidatura logró un milagro político con casi 3.000.000 de votos, y estuvo muy cerca de llegar a la segunda ronda, en la que Andrés Pastrana derrotó a Horacio Serpa. En su segunda salida, Sanín consiguió la candidatura del Partido Conservador, pero salió muy maltrecha tras su pelea con Andrés Felipe Arias. Además, la mayoría de los caciques de esa colectividad no le fueron leales, y prefirieron la zanahoria que les ofrecía Juan Manuel Santos.Desde esa década, las dirigentes políticas colombianas han ocupado múltiples ministerios, han sido gerentas y presidentas de las mayores empresas del país, y ocupan posiciones de liderazgo en la prensa, la construcción y la cultura. Y aunque aún queda mucho camino por recorrer, es claro que Colombia es uno de los países de la región en donde las mujeres han llegado más lejos.Colombia tiene en la actualidad más candidatas que nunca y 2018 podría ser el año de su primera presidenta. Aunque no ha oficializado su candidatura, la canciller María Ángela Holguín está en la baraja, y Marta Lucía Ramírez aspira a ser candidata nuevamente. Por su parte, la senadora Claudia López está en una troika con Antonio Navarro y Sergio Fajardo, y han decidido que quien gane la consulta interna de los partidos Verde y Compromiso Ciudadano tendrá el apoyo de los otros dos.Aunque la ministra de Educación, Gina Parody, ha sido muy reservada sobre sus ambiciones políticas, y está montada en un potro difícil del que no se sabe si saldrá fortalecida o debilitada, es claro que tras ocupar esa posición solo le interesa la Alcaldía de Bogotá o la Presidencia de la República. Y en el otro lado del abanico político, Clara López se distanció de la izquierda radical para posicionarse en el espectro de centroizquierda, en donde para muchos tendrá más juego en el posconflicto.Hoy Colombia tiene tantas candidatas con opciones reales de llegar a la Presidencia que sería raro que una de ellas no llegue a la segunda ronda electoral, y es incluso probable que en 2018 sean dos mujeres quienes se disputen el solio de Bolívar. ¿Será que la próxima cumbre bilateral entre Colombia y Estados Unidos reunirá a dos mujeres?