Habrá que ver qué sucede ahora con la confianza de los inversionistas para llevar plata a través de los negocios que se instalen en Estados Unidos. Hay un nuevo gobierno que, en general, es aceptado en el mundo, por ser opuesto al de Donald Trump, que se disputó el trono con China por atraer capital a su territorio para, con ello, promover el empleo.

Ahora, con todo lo sucedido en la pandemia, cuyos efectos arrastraron la economía de Estados Unidos, una de las mayores potencias en el mundo, el dinero se fue para China, que logró superar al país de América, y se ubicó como el principal destino mundial para las inversiones extranjeras directas (IED).

Los análisis estadísticos apuntan a que los flujos de capital hacia Estados Unidos se redujeron a la mitad a medida que avanzaba el curso de la pandemia y el mundo no veía con buenos ojos las medidas que estaba tomando el presidente saliente.

Hay que recordar que, durante décadas, eran las empresas estadounidenses las más apetecidas por los inversionistas. En el 2020, las inversiones cayeron en un 49 %, según cifras de Naciones Unidas.

Mucho tiene que ver en ello el hecho de que, casi todo el 2020 fue un año perdido, lleno de temores e incertidumbres, con unos tiempos estimados para la permanencia de la pandemia en el mundo que cada vez se han ido agrandando más.

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En contraste, está China, que de tener el segundo lugar por años, pasó a tener un incremento en las inversiones directas de empresas extranjeras con un aumento de 4 %, lo que le bastó para superar a Estados Unidos.

Uno de los puntos que entra a jugar en ese resultado es el manejo de la pandemia. China fue el país en el que apareció el virus, por lo tanto, cuando el resto del mundo empezó con la crisis sanitaria ya ellos llevaban al menos tres meses batallando. Aplicaron cierres estrictos para contener la velocidad de propagación de covid-19 y luego, fuertes medidas para impedir que los volviera a azotar el contagio. El resultado en cifras es que el producto interno bruto de China creció incluso cuando la mayoría de las otras economías importantes se contrajeron. Durante el 2020 China fue uno de los países que atrajo más entradas nuevas de inversionistas.

Un trono de muchos años

La distancia que hace cinco años había entre la inversión extranjera hacia Estados Unidos y China es muestra del avance logrado por el gigante asiático. En el 2016 Estados Unidos tenía cifras de 472.000 millones de dólares en inversión foránea, frente a 134.000 millones de dólares para China. En parte, la guerra comercial entre los dos países tiene que ver con esta variable. Los ‘rounds’ que ganaba Chine le iban sumando ventaja, pues desde el 2017, la IED de Estados Unidos caía, después del pico logrado en 2016, mientras la de China subía poco a poco, en medio de la idea global de que esa nación era la fábrica del mundo.

Cuando llegó Trump al poder, la estrategia fue llamar a las empresas, a veces en tono amenazante, para que dejaran sus inversiones en China y las trajeran a Estados Unidos. Al ver que no siempre su llamado era oido, empezó a implementar medidas más agresivas, como anunciar lupa, por motivos de seguridad, al que tuviera inversiones en el país asiático en vez de mantenerlas o incrementarlas en EE.UU.

Muchas empresas europeas, en medio de la crisis de la pandemia, preferían apostar con sus inversiones en China. Es el caso de Adidas, gigante de ropa deportiva con sede matriz en Alemania.

Analistas consultados por Wall Street Journal señalan que, en general, las empresas están reevaluando sus políticas sobre las cadenas de suministro globales, sobre los mercados extranjeros, sobre su propio uso de la tecnología, entre otros ítems.

De la mano con la pandemia

El informe de Naciones Unidas sobre IED da cuenta de que la pandemia y sus efectos tienen todo que ver con la llegada o salida de inversionistas. La Unión Europea, por ejemplo, sufrió una caída del 71 % en esta variable que es clave para el desarrollo local, pues es un gran impulsor del empleo.

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Casos como el de Reino Unido e Italia son muestra de la gran conexión que hay entre la situación de la crisis sanitaria con el apetito por invertir en un país. Los inversionistas buscan refugios seguros para su capital. Donde hay alta mortalidad por covid y, por consiguiente, grandes efectos sobre la economía, hay menores flujos de recursos por parte de los que le apuntan a la IED.

Otro ejemplo, y esta vez, por el lado contrario, de que el panorama de la crisis sanitaria tiene un efecto sobre las decisiones de los inversionistas, está en Beiging, que mostró una alta capacidad para controlar el coronavirus. Su economía se recuperó rápido y fue uno de los lugares que ayudó a hacer más atractiva a China como destino para invertir.

Las empresas estadounidenses, ahora que esperan un tono menos amenazante por parte de la administración Biden, también están poniendo el ojo en China. Walmart es una de ellas. Ya se ha conocido la intención de esta cadena, de llevar recursos a ciudades como Wuhan, que fue el primer centro de la pandemia. Las inversiones serían superiores a los 460 millones de dólares en los próximos 5 años.

Algo parecido sucede con Starbukcs, que también ha anunciado inversiones para construir una planta de tostado en la ciudad de Kunshan, en China.

Otro gigante que no se queda atrás en ese mismo sendero es Tesla, la empresa fundada por Elon Musk. Las inversiones se dirigen a Shanghai.

Lo cierto es que, lo que sucede con la Inversión Extranjera Directa hacia China está dando señales de que, el panorama de guerra comercial que se vivió en los últimos años en el mundo podría estar pasando la página hacia un nuevo capítulo, de competencia si, pero con más armonía.