Durante meses, las autoridades iraníes hicieron poco para hacer cumplir la ley que ordena que las mujeres se cubran el cabello, pero ahora la teocracia del país está presionando para hacer de las empresas el nuevo campo de batalla con respecto al velo islámico obligatorio.
La iniciativa se lleva a cabo de cara al primer aniversario de las manifestaciones a nivel nacional que se desataron tras la muerte el 16 de septiembre de Mahsa Amini, que estaba bajo custodia de la policía de la moral en el país. Las medidas represivas aplicadas por las fuerzas de seguridad derivaron en la muerte de más de 530 personas y más de 22.000 fueron arrestadas.
En estos días, en los que es usual ver a mujeres sin el velo en las calles de Teherán, las autoridades han comenzado a allanar compañías en las que se ha visto a empleadas o clientas sin el pañuelo en la cabeza, conocido como hiyab. El Parlamento de Irán está analizando una ley que incrementaría los castigos a las mujeres que no lo usen y los negocios que frecuentan.
Todo ello podría fomentar nueva agitación, en un momento en que se avecinan nuevas elecciones parlamentarias el año próximo y la economía del país está en dificultades bajo el peso de las sanciones internacionales impuestas por su programa nuclear.
“Si enfrento sanciones y castigo, portaré el velo, ya que estoy en una... posición destacada”, dijo Parvaneh, una doctora que atendió a manifestantes lesionados durante las protestas del año pasado. Al igual que varias mujeres más que hablaron con The Associated Press, pidió que sólo se usara su primer nombre por miedo a represalias.
“Pero las jóvenes a las que atendí durante las protestas no se retractarán”, agregó.
Para las mujeres musulmanas practicantes, el velo islámico es un signo de devoción ante Dios y de recato frente a hombres que no pertenecen a sus familias. En Irán, el hiyab —y el chador negro que les cubre todo el cuerpo y que algunas de ellas portan— también han sido desde hace tiempo un símbolo político, en especial después de que su uso se volvió obligatorio en los años que siguieron a la Revolución Islámica de 1979.
Tras la muerte de Amini, que fue detenida porque presuntamente traía el velo suelto, la policía titubeó para hacer cumplir estrictamente los estatutos de vestimenta islámica, posiblemente con el fin de evitar manifestaciones incluso más generalizadas y muestras de desafío. Pero en las últimas semanas, el tono ha cambiado.
“Les digo que definitivamente se le pondrá fin a esta falta de hiyab”, declaró el miércoles el presidente de línea dura Ebrahim Raisi.
Las autoridades han empezado a enviar mensajes de texto de advertencia a mujeres que han sido vistas en automóviles sin portar el velo; se enviaron aproximadamente 1 millón de mensajes. Se confiscaron unos 2.000 coches y más de 4.000 mujeres fueron remitidas a fiscales.
A continuación, las fuerzas de seguridad rastrearon redes sociales en búsqueda de compañías que hubiesen publicado imágenes de mujeres sin el velo en lugares de trabajo. Una de las oficinas de Digikala —sitios web de ventas al por menor enormemente populares, con más de 40 millones de usuarios activos mensuales— fue cerrada. También fueron cerradas brevemente la librería en línea Taghcheh y el mercado de seguros Azki.
Las medidas represivas se extendieron más allá de la capital Teherán. En la ciudad de Lahaijan, en el norte del país, funcionarios locales de salud les ordenaron a los hospitales y clínicas dejar de proporcionar servicios a las mujeres que no portaran su velo. En Damavand, un poblado a unos 60 kilómetros (40 millas) al este de Teherán, los fiscales ordenaron el arresto de un gerente bancario y un cajero por haber atendido a una mujer que no portaba el hiyab.
En la ciudad nororiental de Mashhad se han prohibido las mesas al aire libre de los cafés, y sectores radicales en Isfahán desean prohibir que hombres y mujeres trabajen juntos en las tiendas.
El sector del entretenimiento también está siendo observado. La policía ha amenazado con suspender las producciones cinematográficas en las que mujeres laboran detrás de cámaras sin portar el velo.
Los jueces han sentenciado a celebridades femeninas que han sido declaradas culpables de no portar el velo a que trabajen en morgues como un servicio público, en lugar de ir a prisión. Tambien tienen que obtener un certificado de salud mental de parte de un psicólogo antes de que puedan volver a los empleos que tenían.
“En lugar de atender las reclamaciones legítimas de la gente, el régimen continúa obsesionándose con el hiyab y actúa como si su supervivencia misma dependiera de si las mujeres se visten con recato”, dijo Haleh Esfandiari, investigadora del Centro Wilson en Washington y de nacionalidad iraní-estadounidense, la cual fue detenida por Teherán en 2007.
Un nuevo proyecto de ley que estudia el Parlamento de Irán podría hacer que las sanciones para las mujeres sean aún más severas. Pide multas de hasta 360 millones de riales iraníes (720 dólares) y sentencias de cárcel para mujeres sorprendidas sin portar el velo. El borrador de la legislación también exige una segregación más estricta entre los sexos en escuelas, parques, hospitales y otros sitios.
Además contempla multas a negocios que tengan personal femenino y clientas que no porten el hiyab con hasta tres meses de sus ingresos, mientras que a las celebridades que no lo usen podría prohibírseles salir del país y efectuar sus actividades profesionales.
El proyecto de ley también les daría facultades a las agencias de inteligencia y al Basij —la fuerza integrada totalmente por voluntarios de la Guardia Revolucionaria de Irán, un organismo paramilitar que en el pasado ha reprimido violentamente protestas a nivel nacional— para que confronten a las mujeres sin hiyab.
Desde hace tiempo, los sectores ortodoxos han exigido que el Basij ingrese a la lucha en torno al velo islámico. El viernes, algunos coreaban durante las oraciones: “¡Guardia, salga a las calles, póngale fin al retiro del hiyab!”
“Esto es lo que el islam ordena”, dijo Rahele Kargarnejad, de 29 años, firme partidaria de portar el velo. Sus dos hijas, de 9 y 11 años, usan el chador, agregó.
Pero las críticas al proyecto de ley ya están ebullendo.
Ezatola Zarghami, un ortodoxo excomandante de la Guardia y actualmente ministro de Patrimonio Cultural, advirtió que las duras sentencias como la de tener que trabajar en las morgues “provocarán más problemas, y más significativos, en lugar de solucionar el problema del hiyab”.
La Corte Suprema de Irán revocó una orden de un tribunal que embargó el automóvil de una mujer que no portaba el velo y le revocó su licencia, lo cual estableció un precedente.
Incluso si es aprobado, el destacado abogado Mahmud Alizadeh Tabatabei dijo que el proyecto de ley carece de sentido, ya que “la mayoría de las mujeres no creen en él”.
“Se percatarán de que no es posible hacer cumplir la ley”, declaró Tabatabei.
Mientras tanto, políticos a los que en Irán se les considera reformistas han echado mano de la disputa en torno al hiyab mientras buscan cambios en la teocracia iraní desde el interior del sistema. El expresidente Mohamad Jatamí, uno de los reformistas más destacados del país, ha cuestionado si el aplicar medidas para obligar al uso del velo es algo “sabio y productivo”.
En un momento en que predominan los radicales en el Parlamento y se aproximan las elecciones de marzo, el hiyab podría ser un tema controversial antes de que se abran las urnas.
Pero los comentarios opuestos al velo podrían ser insuficientes, ya que los reformistas han visto su popularidad menguar luego de que el acuerdo nuclear de 2015 alcanzado durante el gobierno del entonces presidente Hasán Ruhani —también considerado un moderado— se vino abajo.
En las calles, muchas mujeres iraníes siguen sin usar el velo a pesar de las posibles consecuencias.
“Tras escuchar acerca del proyecto de ley tomé mi decisión: iré a la escuela con mi hiyab completo, pero alentaré a mis alumnas a quitárselo siempre que sea posible”, dijo Mojgan, una profesora de escuela secundaria de 37 años.
“Mis alumnas ya están delante de mí en eso”, añadió.
*Con información de AP.