Este domingo se conoció que la reina Isabel II no asistirá a un importante evento en Londres debido a que tiene problemas de salud, según dio a conocer el Palacio de Buckingham

“La reina, tras sufrir una lesión muscular en la espalda, decidió esta mañana con gran pesar que no podrá asistir al servicio dominical del Recuerdo (Remembrance Sunday) de hoy en el Cenotafio”, dice el comunicado.

El Palacio de Buckingham informó el jueves que Isabel tenía la “firme intención” de asistir a la ceremonia. “Su majestad está decepcionada por perderse el servicio”, añade el texto.

Durante las últimas semanas, la reina Isabel ha estado visitando frecuentemente sus servicios médicos personales. | Foto: AFP or licensors

La salud de la monarca es una preocupación en el Reino Unido, pues durante las últimas semanas ha estado visitando frecuentemente sus servicios médicos personales, lo cual ha generado gran preocupación entre los británicos, que también la esperaban en Glasgow para la cumbre del G20.

Así sería su funeral

El documento más reservado de Inglaterra preparado desde hace décadas es el protocolo del funeral de la reina Isabel II. Ahora, por su delicado estado de salud, se han filtrado muchos de los más importantes detalles de esos 12 días que le tomará a ese país enterrar a una de sus soberanas más queridas y la que ha reinado por más tiempo.

Aunque se le ha visto manejando el carro y renuente a quedarse quieta como lo recomendaron los médicos, a sus 95 años la reina no es ninguna jovencita y la posibilidad de su muerte, ahora que enviudó, cada vez se ve más cercana. El funeral de un monarca no es algo que se improvisa, sino que se planea desde su coronación.

El de Isabel II está listo desde 1960 y se revisa periódicamente. Se le llama con un código secreto, que en su caso es London Bridge Down, una manera eufemística de nombrar esa transición entre Isabel y su hijo Carlos, quien será proclamado rey a las horas posteriores de su deceso.

Su coronación puede tardar meses, en el caso de Isabel eso sucedió en 1953, un año y cuatro meses después de morir su padre, Jorge VI. El fatídico día de la muerte de la reina se conoce como día D y a cada jornada después se le agrega un número consecutivo: D+1, D+2 y así sucesivamente hasta que su féretro llegue a la morada final, que será la cripta familiar en el Castillo de Windsor, al lado de su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo.

El protocolo, que ha sido supervisado por la propia reina, prevé que en el día D, la noticia de la muerte de la soberana se dé a conocer en primera instancia al primer ministro. La llamada la hará el secretario personal de la reina, quien le dirá al funcionario: “London Bridge is down”, que traduce “el puente de Londres ha caído”. Las Fuerzas Armadas realizarán saludos con armas de fuego en todo el país horas después.

Lo importante es que dondequiera que la muerte ocurra, el cuerpo de la reina deberá ser devuelto al Palacio de Buckingham, donde permanecerá en la Sala del Trono. El plan C es el más incierto de todos, pues supone que la reina muera en un acto público, con lo cual la información de su fallecimiento no podrá ser controlada por el Palacio de Buckingham y habrá que darle espacio a la improvisación, como sucedió cuando murió Diana de Gales.

Las cadenas de televisión cancelarán sus programas humorísticos y los canales públicos conectarán su señal a la BBC. Las emisoras de radio solo programarán música triste y la página web y las redes sociales de la monarca tendrán un fondo negro con el anuncio de su muerte.