Una balacera en una discoteca de Palmira (Valle del Cauca) dejó a dos personas muertas y por lo menos otras tres heridas el fin de semana pasado.

Según los testigos, hombres armados llegaron al establecimiento a disparar indiscriminadamente contra un grupo de hombres que había en el lugar.

La balacera dejó a cinco personas gravemente heridas, dos de las cuales fallecieron, mientras que las otras tres fueron atendidas por los médicos. Los fallecidos fueron identificados como Andrés Mauricio Martínez de 23 años y Jean Carlos Arboleda de 26 años.

“La hipótesis es que pudo haber sido un atentado contra una de las personas que se encontraban ahí y los lesionados fueron daño colateral”, dijo a Blu Radio el coronel Nelson Parrado, comandante de la Policía del Valle.

Por otra parte, los heridos son dos hombres de 26 años y una mujer de 57 años.

“La Policía junto a la Fiscalía creó un grupo especial para adelantar las investigaciones de este caso”, agregó el coronel Parrado.

Las autoridades locales están realizando el análisis de los videos de seguridad del establecimiento con el fin de poder dar con las identidades de los atacantes o alguna pista que ayude a identificar a estos delincuentes.

Sigue la inseguridad en Colombia

Las imágenes de robos de hombres en moto, raponazos, asaltos en establecimientos públicos, así como en restaurantes, de a poco han pasado de ser un escenario que escandalizaría a cualquier comunidad, a circunstancias casi normales por la frecuencia en que ocurren. Basta dar un repaso por los principales portales digitales de medios nacionales y regionales para ver destacada una noticia de ese tipo.

Ocurre en Medellín, Cali, Santa Marta, Barranquilla, Bucaramanga y un sinnúmero de ciudades –eso sin mencionar Bogotá, que es un caso aparte–, el hurto está disparado en las principales regiones de Colombia y las autoridades parecen no dar abasto.

Las cifras entregadas por la Policía Nacional sitúan un crecimiento de reportes en todas las regiones de Colombia durante 2021 (con corte al primero de octubre) en comparación con 2020. En un barrido rápido, en Antioquia hubo un aumento del 62 por ciento; Chocó, 61 por ciento; Risaralda, 60 por ciento; Tolima, 52 por ciento; Cundinamarca, 46 por ciento; Valle, 31 por ciento, y Atlántico, 36 por ciento.

En cuanto a ciudades –sin contar Bogotá, donde el crecimiento es del 25 por ciento– Cali presenta un aumento de alrededor del 35 por ciento; Medellín, del 28 por ciento; Bucaramanga, 30 por ciento; Cartagena, 24 por ciento; y Barranquilla, del 10 por ciento. Y aunque las dinámicas violentas parecen homogéneas, SEMANA encontró particularidades propias de algunas regiones.

Cali

La principal queja de los caleños corre por cuenta de los atracos de los denominados ‘motoladrones’, que son combos de entre tres y cinco motociclistas que abordan a sus víctimas en vía pública, establecimientos comerciales o en la espera del cambio del semáforo. Parecen no tener límites.

En el reciente mes, la capital del Valle fue protagonista de un cinematográfico intento de robo a una entidad bancaria en el centro de la ciudad, que terminó en una balacera de varias cuadras y un presunto ladrón muerto.

Sin ir más lejos, el miércoles pasado dos jóvenes en moto asaltaron a unas personas que departían en un establecimiento comercial del sur de la ciudad, una de las víctimas –luego de ser despojado de sus pertenencias– desenfundó un arma de fuego y asesinó a los ladrones. Todo quedó grabado en una cámara de seguridad.

En Cali, según varios expertos en seguridad, hay dinámicas muy marcadas que contribuyen a una sensación de inseguridad generalizada. A las disparadas cifras de hurto, se suma el alto número de homicidios. Según el reporte entregado por la Secretaría de Seguridad, este año –con corte al viernes 15 de octubre– se han registrado 1.006 asesinatos. En este mismo periodo, en 2019, hubo 878 decesos violentos y 847 durante 2020.

“Es importante decir que en menos de diez días, del 24 de septiembre al 4 de octubre, hubo 44 homicidios en Cali. Eso es una matanza urbana. Cali hoy no solo es una ciudad que se estancó, sino que regresó al pasado”, dice el concejal Roberto Ortiz.

La capital del Valle fue el epicentro de las protestas del paro nacional. Por casi dos meses la ciudad estuvo bajo el yugo de los vándalos que destruyeron estaciones del MIO (principal medio de transporte), entidades bancarias, supermercados y bloquearon varios puntos de la ciudad. Las huellas de ese estallido social aún son palpables en la calle.

El secretario de Seguridad de Cali, Carlos Soler, aseguró hace varias semanas que parte de esta ola de homicidios en la ciudad se debe a que estructuras delincuenciales de Buenaventura, como los Chotas y Espartanos, se estarían trasladando a la capital del Valle para cometer ilícitos.