Una sotana y la camándula se convirtieron en las herramientas claves a la hora de hablar de negocios y proyectos solidarios. Al despacho de “monseñor” Héctor Zabala, ubicado en la localidad de Engativá, llegan decenas de personas reclamando un dinero, pues les prometieron que se multiplicaría como los panes y los peces. Pero en realidad se les terminó esfumando de sus manos como por obra y gracia del Espíritu Santo.

Dicen ser víctimas de Zabala, quien, al parecer, se hace pasar por cura para ganarse la confianza de los incautos feligreses. En contra de él hay denuncias en la Fiscalía por presunta estafa. Quienes alegan haber caído en sus redes tienen en común que adelantaban algún tipo de proyecto productivo que requería financiación y él aseguraba contar con los recursos económicos para apoyarlos.

Toda la operación se hacía a través de una fundación llamada Créditos Solidarios S. A. S., debidamente registrada en la Cámara de Comercio. Las posibles víctimas coinciden al decir que esto les generaba confianza, porque los contratos o documentos que les hacía firmar estaban en el escritorio de su oficina, un espacio en el que experimentaban la presencia de Dios por los artículos religiosos que la decoran. Con acento paisa y en tono sereno, les explicaba cómo funcionaba el trato.

Los que hoy aducen ser sus víctimas indican que se reúnen incluso con personajes extranjeros que dicen revisar la viabilidad de los proyectos. | Foto: Dieter Hawlan

Si requerían 2.000 millones de pesos, debían entregar por adelantado el 10 por ciento, es decir, 200 millones de pesos. Según él, ese dinero quedaba como garantía para cuando se les hiciera el desembolso y contaban con cinco años para reintegrar el crédito pagando unos intereses muy bajos, incluso por debajo de los que ofrece el mercado.

Zabala argumenta que para él y la entidad que representa lo más importante es servir a la humanidad, más allá de las ganancias económicas que se puedan generar. Relatan los denunciantes que “monseñor” es sagaz, nadie entrega el dinero en la primera cita, pues centra su discurso y tiempo en la importancia de adelantar el proyecto, busca reuniones y asesorías.

Los que hoy aducen ser sus víctimas indican que se reúnen incluso con personajes extranjeros que dicen revisar la viabilidad de los proyectos, les piden ajustes y solamente como en la cuarta cita, cuando ya se ha ganado su confianza, habla del dinero, aclarándoles que todo será firmado en notarías para evitar malos entendidos. Otros afectados relatan que a ellos les pidió el dinero con la finalidad de multiplicarlo.

Si bien es cierto que la fe es creer en lo que no se ve, las autoridades piden abrir bien los ojos cada vez que entreguen su dinero. | Foto: KatarzynaBialasiewicz

“Pensándolo bien, era como una especie de DMG, porque me pidió 10 millones para ayudar a financiar los proyectos y al cabo de un año recibiría 100 millones de rentabilidad”, dijo una de las mujeres que completa dos años rogándole que le devuelva sus 10 millones de pesos. La mayoría de los entrevistados aseguran que sacaron plata prestada para poder invertir o vendieron sus pertenencias y hoy están ahogados en deudas.

Cada vez que buscan respuesta de “monseñor” solo encuentran evasivas o falsos compromisos. Uno de los comunicados dirigido a los afectados, afirmando que pronto tendrán su dinero, señalaba que los recursos ya estaban en las oficinas de Créditos Solidarios y en realidad puso la dirección del Banco de la República, lo que muchos calificaron de una burla, pero él resolvió el tema diciendo que se trató de un error de digitación.

Sin embargo, nunca lo corrigió, esta es la hora en la que nadie sabe dónde reclamar. SEMANA averiguó si Zabala aparece como miembro de la Iglesia católica, anglicana o de alguna otra denominación sin encontrar registro alguno. Al contactarlo para conocer su versión de los hechos, prefirió no volver a responder.

La Agencia de Defensa de la Libertad Religiosa en Colombia advierte que se ha registrado en los últimos años una tendencia alta en quienes pretenden usurpar el nombre del catolicismo y se presentan como obispos sin serlo, engañando a incautos con falsas promesas de ayudas económicas, alimentarias o de vivienda a cambio de dinero, configurando estafas.

Richard Gamboa, director de la entidad, recuerda que por el solo hecho de presentarse con un título clerical que no se ostenta se estaría incurriendo en el delito de falsedad personal, según la ley colombiana.

Si bien es cierto que la fe es creer en lo que no se ve, las autoridades piden abrir bien los ojos cada vez que entreguen su dinero.