Suena el primer Tik Tak del viernes 26 de noviembre en SEMANA y suena por los lados de las sorpresivas, o quizá no tan sorpresivas, diferencias que vienen apareciendo entre los miembros del Centro Democrático.

Porque venían de lograr un acuerdo muy armónico en apariencia, para algo tan difícil como era escoger un mecanismo que resolviera quién sería su candidato presidencial. Y no es que fuera un asunto fácil: primero, porque se vino encima la campaña (ya es hora de tener de ese tipo de definiciones urgente), y segundo, porque el partido viene con polémicas antiguas en la escogencia de su candidato presidencial.

No solo desde 2014, que pasó lo que pasó con Pacho Santos, sino en 2018 con Rafael Nieto, que no habían dejado contentos ni tranquilos a sus protagonistas. Esta vez se acordaron contratar a dos encuestadoras, supervisadas por un comité de garantías y de veedores. Acordaron cada detalle, incluso aplicarles filtros a los encuestados para que su escogimiento no creara ventajas entre los aspirantes, y se pusieron de acuerdo incluso en que los resultados de las encuestas no serían públicos para evitar los conflictos y que sus detalles solo los conocerían los interesados en la intimidad del partido.

Y así fue, o así comenzó siendo. Cuando se declaró ganador a Óscar Iván Zuluaga, los demás aceptaron amistosamente y listo; todo parecía quedar así. Pero con el paso de las horas, la senadora María Fernanda Cabal reveló que tenía inquietudes especialmente sobre las llamadas ‘encuestas desechadas’, según ella más de 3.000. Porque pudieron haber cambiado el ritmo de los acontecimientos o incluso haber servido supuestamente para manipular sus resultados.

Los demás candidatos estuvieron de acuerdo en que le entregaran a la doctora Cabal toda la información que ella estaba pidiendo, pero privadamente sí le dijeron a ella que si tenía diferencias, las dijera en privado y no las hiciera públicas para que no pasara lo que pasó, que el Centro Democrático a estas alturas dé la apariencia de ser un partido dividido y fracturado por dentro. La pregunta es: ¿lo está en realidad? La respuesta no es sencilla.

Con la visita a Colombia del secretario de las Naciones Unidas pasó algo bien diciente. Mientras el presidente Iván Duque sudó la gota para tenerle al señor Guterres toda la información necesaria, para que este se fuera convencido, como lo dejó dicho, de la seriedad del compromiso de este gobierno con la implementación del Acuerdo de Paz, el expresidente Uribe en cambio le envió a Guterres una dura carta de 26 puntos con varios mensajes.

El principal, que aquí Acuerdo de Paz no ha habido, y en materia impunidad, según Uribe, Colombia se saltó con las FARC la regla que exige pena privativa de la libertad y no elegibilidad política para los responsables de delitos atroces.

Entonces, con un partido aparentemente dividido, con el propio Uribe empapelado judicialmente, con un presidente Duque cada vez más independiente de la esencia de su mentor e inspirador Álvaro Uribe, y en general con una fuerza política que sabe que ya no es lo mismo y que electoralmente no llegará a ninguna parte si no busca urgentemente alianzas con otras fuerzas, 2022 suena que sea un año árido para Uribe, para los uribistas y para el uribismo.

Escuche el Tik Tak de María Isabel Rueda de este viernes 26 de noviembre sobre la peligrosa nueva variante del covid-19: