No es nueva la situación de inseguridad que se vive en la ciudad de Quibdó, ya que desde hace más de seis años el tema se torna cada vez más difícil de soportar.

La sociedad vive cansada de que cualquier trabajador sea objeto de extorsiones, como los profesores, los vendedores ambulantes, los comerciantes y hasta las familias que difícilmente tienen para cubrir sus necesidades básicas de alimentación y acceso a los servicios públicos, las cuales deben abonar al menos 5.000 “pesitos” cada semana, según el relato que le hacen a SEMANA algunos habitantes de la capital chocoana, quienes advierten que no se haga la más mínima referencia a su identidad para no correr el riesgo de terminar bajo una lluvia de balas.

Habitantes de Quibdó claman por inversión social. | Foto: GUILLERMO TORRES

Vivir en barrios como El Reposo, El Futuro, Los Álamos y muchos otros de la zona norte de Quibdó, representa enfrentarse a situaciones terribles en las que los jóvenes deben permanecer solos en sus casas durante semanas mientras sus padres trabajan en labores de minería. En esos momentos es cuando son contactados por las bandas criminales para que pasen a engrosar sus filas a cambio de sueldos que llegan como mínimo a 1 millón de pesos, aunque también les ofrecen una barra libre de sustancias estupefacientes para que les ayuden a controlar las calles imponiendo el terror.

Su misión es vigilar todos los movimientos en su territorio, comprobar que los comerciantes no se pasen de las 7 de la noche para cerrar sus establecimientos y cobrar extorsiones a todo el mundo, por lo cual terminan alejados de las aulas de clase a pesar de los esfuerzos que puedan llegar a hacer sus familias.

Así es que rápidamente pasan de estar en sus casas a ser parte activa de estas bandas o de otras estructuras más fuertes como Los Zetas, Los Mexicanos, el Clan del Golfo, las disidencias de las Farc o el ELN, que controlan el tráfico de madera y drogas hacia Panamá por las aguas del río Atrato.

Uno de los testimonios recogidos por este medio menciona que tal vez por eso es tan alta la cifra de hombres y mujeres que mueren siendo menores de edad o que escasamente llegan a los 25 años, ya que son los habituales integrantes de estas organizaciones por diferentes motivos como la descomposición de sus familias, el afán de tener dinero y ganar respeto, o simplemente porque son obligados.

Un menor de edad fue asesinado en una de las calles de Quibdó, Chocó. | Foto: Pantallazo video Fiscalía General de la Nación

Hay esperanza en ciertos sectores de la sociedad quibdoseña por una posible tregua que se estaría alcanzando en este mes de febrero con algunas estructuras criminales, lo cual daría la posibilidad de que se recupere un poco la economía que tiene a la ciudad con los más altos índices de desempleo en Colombia, debido a que ninguna empresa quiere invertir en el lugar y las que estaban en la ciudad decidieron marcharse a otras localidades y departamentos.

Entre los empresarios que esperan unas nuevas condiciones de vida están los que ofrecen diversión nocturna, ya que es algo prácticamente inexistente en la capital chocoana, porque a las 7:00 p. m. todas las persianas de los negocios deben estar abajo, mientras que algunos pocos que se libran del flagelo de la extorsión no tienen más opción que finalizar su jornada a las 9:00 de la noche por la falta de clientes.

Obviamente, en medio de todo este caos se hace casi imposible movilizarse por la ciudad, especialmente a los barrios de la periferia, donde no van los taxis o las rutas de buses. De hecho, los más de 120.000 habitantes de Quibdó ni siquiera pueden acudir al transporte informal de los mototaxistas para ir a ciertos lugares, porque saben que entrar en uno de estos territorios puede significar fácilmente la muerte.

La intervención estatal para buscar mecanismos que les arrebaten jóvenes a los grupos delincuenciales es algo que pide con urgencia la sociedad chocoana, que también reclama contundencia de todas las autoridades porque en ocasiones su única esperanza de defensa es el Gaula Militar. Se necesita una reestructuración social e institucional a gran escala que genere confianza entre la ciudadanía, la cual por ahora no tiene más remedio que acatar la ley de los violentos para mantenerse con vida.

En Quibdó piden intervención estatal para buscar mecanismos que les arrebaten jóvenes a los grupos delincuenciales. La educación es una opción. | Foto: Karen Salamanca

Ante una eventual liberación de las personas que están en las cárceles, de acuerdo con algunas declaraciones del presidente Gustavo Petro, las personas consultadas por SEMANA dicen que no les quedaría más remedio que conformar sus propios escuadrones de protección a pesar del riesgo que implicaría tener una sociedad civil todavía más armada, ya que se trataría de una estrategia básica de supervivencia.