En la pasada edición, el columnista Alejandro Santos habla de la payasada semiótica de Mockus. Si nosotros respetáramos lo simbólico, no habría necesidad de bolardos por ejemplo. Las señales deberían ser suficientes para comunicar lo que se debe o no hacer en una comunidad organizada sin necesidad de acudir a las acciones represivas. Considero que el gran aporte de Mockus está en iniciar un proceso de cultura ciudadana que nos permita madurar como sociedad y ser capaces de autocontrolarnos. Una sociedad madura acata y respeta los símbolos, una sociedad inmadura sólo entiende a los trancazos. Mauricio Bejarano, Medellín (Vía Internet)