Estados Unidos condenó este jueves el “dramático deterioro” de los derechos humanos en Nicaragua tras la detención de un obispo católico crítico del gobierno del presidente Daniel Ortega.

La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, lamentó en rueda de prensa la persecución de líderes sociales, políticos opositores, estudiantes y periodistas, y subrayó que este tipo de acciones son “inaceptables” ante los ojos de Washington.

“Se produjo un dramático deterioro del respeto a los principios democráticos y a los derechos humanos por parte del régimen de Nicaragua, incluyendo el encarcelamiento de líderes democráticos, miembros de la oposición política, estudiantes y periodistas”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre.

El gobierno del presidente Joe Biden “considera esto inaceptable y condena estas acciones”, dijo.

En este sentido, recordó que la Administración estadounidense, en colaboración con otros gobiernos de la comunidad internacional, han adoptado medidas para presionar a Ortega y promover la rendición de cuentas. Y “seguirá haciéndolo”, advirtió Jean-Pierre.

La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, lamentó en rueda de prensa la persecución de líderes sociales, políticos opositores, estudiantes y periodistas. Foto: archivo AP/Patrick Semansky. | Foto: Foto: archivo AP/Patrick Semansky.

Después de un asedio de dos semanas a sus instalaciones en Matagalpa, la Policía detuvo el viernes pasado al obispo Rolando Álvarez, crítico declarado de Ortega. El prelado es acusado de actividades “desestabilizadoras” e incitación al odio.

Los líderes católicos de Nicaragua están bajo una creciente presión del Gobierno desde que las protestas de 2018 fueron aplastadas con una violenta represión. Álvarez había estado criticando el cierre de estaciones de radio y canales de noticias de la Iglesia católica cuando la Policía ordenó su arresto.

La preocupación del papa

A comienzo de semana, el papa Francisco rompió su silencio sobre Nicaragua para manifestar su “preocupación” por la tensa situación política en ese país, pero evitó mencionar específicamente la detención de religiosos y condenar la represión del gobierno de Daniel Ortega.

“Sigo de cerca con preocupación y dolor la situación creada en Nicaragua, que implica a personas e instituciones,” reconoció el pontífice tras el ángelus dominical en la plaza de San Pedro.

Se trataba de la primera vez que el pontífice hablaba en público sobre ese delicado tema, que ha generado fuertes controversias entre los observadores en asuntos del Vaticano por el mutismo del papa.

Muchos se preguntaban sobre las razones del silencio de casi dos semanas del papa latinoamericano sobre la grave crisis entre la Iglesia de Nicaragua y el gobierno de Ortega, agudizada tras la detención el viernes del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, un abierto opositor del régimen.

El papa Francisco manifestó su preocupación por la tensa situación política en Nicaragua, pero evitó mencionar específicamente la detención de religiosos y condenar la represión del gobierno de Daniel Ortega. | Foto: SEMANA

Persecución, allanamientos, cárcel, cierre de medios de comunicación católicos y hasta el exilio de religiosos son algunas de las medidas que ha padecido la Iglesia de ese país centroamericano en los últimos años.

Francisco, que suele pronunciarse sobre muchos temas, desde catástrofes hasta tragedias personales, no mencionó explícitamente la detención del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, y un grupo de colaboradores que se encontraban en la sede del obispado, aunque indirectamente habló de las “personas e instituciones” afectadas.

En su mensaje, el papa pidió claramente al Gobierno de Nicaragua el “diálogo abierto y sincero” para lograr una “convivencia respetuosa y pacífica”.

“Quiero expresar mi convicción y deseo de que por medio de un diálogo abierto y sincero se puedan encontrar todavía las bases para una convivencia respetuosa y pacífica”, dijo.

La prudencia del pontífice, su llamado al diálogo y el hecho de que elude el enfrentamiento con el Gobierno son una invitación a dar espacio a la diplomacia, a la búsqueda de salidas.

“Un silencio papal no significa inactividad o falta de decisión, no, nada de eso; significa que se está trabajando en otros planos”, explicaba la semana a una emisora católica española Rodrigo Guerra, secretario del Pontificio Consejo para América Latina.

*Con información de la AFP y EP.