Bogotá no necesita peleas, camorras y discusiones, sino propuestas y soluciones que den resultados en pro del bien común ante la crítica situación de seguridad.

Usted sabe, alcaldesa, que cuenta conmigo para buscar estrategias que conduzcan a tener resultados y los ciudadanos podamos volver a salir a la calle a caminar, recorrerla sin miedo y no optar por estar presos de miedo en nuestros hogares.

Sin seguridad no hay economía que resista, se acaba el comercio y, por ende, el empleo.

Después del consejo de seguridad que lideraron el presidente y la alcaldesa el jueves pasado, en el que se catalogó a Bogotá como la Suiza de Latinoamérica, quedó un sinsabor en los bogotanos; la realidad que vivimos los capitalinos es que en la esquina, en el barrio, en el transporte público y en las vías es visible la presencia y enfrentamiento de organizaciones criminales que se han consolidado por el desgobierno reinante que les da paso a la creación de unas gobernanzas del crimen, acentuando la inseguridad y el temor de los que habitamos la capital.

Enfatizaron en la “seguridad humana” que, según la Organización de las Naciones Unidas, es “un marco de análisis y planificación de valor comprobado que ayuda a formular respuestas más amplias y preventivas de carácter intersectorial y a desarrollar soluciones contextualmente pertinentes y crear alianzas para contribuir a hacer realidad un mundo libre de temor, miseria y falta de dignidad”.

Por supuesto que estoy de acuerdo con ir con los preceptos teóricos. Para llegar a ese ideal de seguridad tenemos que enfocarnos en garantizar los mínimos de seguridad. Es impensable que los ciudadanos de a pie validen este discurso cuando han visto más de 31 cuerpos sin vida, torturados, mutilados a lo largo y ancho de la ciudad en lo corrido del año, y que vienen en subida delitos sexuales (27,2 %), el homicidio en atraco (20,6 %), el hurto a personas (6,1 %), las lesiones en atraco (12,1 %), las lesiones personales (6,1 %) y la violencia intrafamiliar (29,2 %).

El papel de la Policía Nacional es clave para trabajar por la seguridad de los ciudadanos. Rechazo rotundamente los comportamientos delictivos de unos pocos dentro de la institución, que les caiga todo el peso de la ley a quienes manchan y deshonran el uniforme.

Urge hacer una purga de los que se han dejado permear por la corrupción, para que así a través de la contrainteligencia se recobre su honor, dignidad y moral, y por supuesto la confianza de la sociedad que ha sido opacada por la corrupción y la narrativa de odio de algunos dirigentes.

He propuesto a la alcaldesa el ecosistema de seguridad, desde hace meses. Consiste en articular a los sectores público y privado para que construyan información, cifras únicas, mapas de calor y estrategias usando inteligencia artificial para producir instrumentos y analizar tendencias delictivas, para así, de forma eficaz, intervenir los lugares que están azotados por el crimen.

Estas intervenciones deben ir en tres frentes: lo social, la seguridad y la inteligencia. El primer frente abarcaría desde las ofertas institucionales en empleo y educación, la recuperación de la infraestructura, hasta la limpieza de la ciudad para terminar con las ventanas rotas.

En los demás frentes, la coordinación entre la Policía, la Fiscalía y el Ejército se hace indispensable para lograr que los operativos sean efectivos.

Celebro que la alcaldesa haya tenido en cuenta mi propuesta de crear un grupo especial para combatir el crimen organizado. Esto no se trata de ideología o alineaciones políticas, aquí todos debemos aportar a la seguridad y yo estoy plenamente convencida de que el trabajo en pro del bien común se debe sobreponer a cualquier diferencia que exista. Alcaldesa, cuente conmigo y con mi equipo de trabajo

Posdata: por supuesto que hay que hacer una reforma a la justicia.