Los sables vienen sonando intensamente desde la semana pasada en el Lejano Oriente. El domingo 18 un periódico oficialista de Hong Kong, el diario Wen Wei Po, tituló a lo ancho de su primera página "Beijing no renuncia a la fuerza para contrarrestar la independencia de Taiwan", con grandes fotos que mostraban ve-hículos anfibios y barcos de superficie en plena faena militar. El miércoles 21 Corea del Norte anunció, mediante su agencia central de noticias, que ese país no desistiría de probar unos misiles de largo alcance que han inquietado tanto a sus vecinos surcoreanos y japoneses, como a Estados Unidos. Ambos temas produjeron gran preocupación en círculos internacionales, pues se refieren a dos conflictos potenciales que amenazan desde hace años la estabilidad de la región: la independencia de Taiwan de China, y la crisis de Corea del Norte, el último gobierno estalinista y totalitario de la región (ver recuadro).China-TaiwanLas amenazas de China contra Taiwan fueron en realidad la reacción del gobierno de Jiang Zemin contra unas declaraciones del presidente taiwanés Lee Teng-hui, según las cuales de ahora en adelante los contactos entre los gobiernos de Beijing y Taipei deberían realizarse sobre una base de "Estado a Estado" en vez de entre "entidades políticas", como era la fórmula antigua. El gobierno chino reaccionó ante lo que consideró un movimiento de Lee hacia la independencia de la isla. La vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores chino dijo que el Ejército Popular de Liberación estaba listo con 2,5 millones de combatientes a invadir Taiwan para "preservar la integridad del territorio".Como dijo a SEMANA el experto Michael Green, del Council of Foreign Relations, de Washington, "la declaración de Lee fue inesperada y peligrosa, aunque responde a la frustración de los taiwaneses, que se ven relegados a la condición de país de segunda cuando tienen una economía fuerte y una democracia muy viva". La pregunta entonces es por qué Lee decidió provocar al gigante chino precisamente ahora. Algunos piensan que su decisión podría corresponder no sólo al deseo de medir hasta dónde podría llegar China en su respuesta y qué tanto se involucraría Estados Unidos en el problema, sino a galvanizar a su opinión pública ante la próxima escogencia del candidato de su partido, el Kuomingtang, para las elecciones presidenciales del año próximo. En cualquier caso, la respuesta china demostró que para Beijing la integridad territorial sigue estando por encima de cualquier otra consideración política. Como dijo a SEMANA un sinólogo colombiano, "en los años 60 y 70 la legitimidad del régimen descansaba en la personalidad del líder Mao, en los 80 y 90 en el éxito de la apertura económica. Cumplidas esas metas, lo que legitima y motiva al régimen es la reunificación del país. Primero fue Hong Kong, pronto será Macao y, a más largo plazo, regresará Taiwan".Al final de la semana pasada Lee trató de disminuir la tensión, entre otras cosas presionado por Estados Unidos, que aprovecha la situación para limar las asperezas que dejó el bombardeo de la embajada china en Yugoslavia y de paso poner en práctica un acuerdo comercial que le es favorable. Lo que pareció quedar en claro es que China no está dispuesta a bajar la guardia en el tema de Taiwan. Como dijo Green a SEMANA "el desenlace ha sido positivo, porque ha demostrado que el peligro de guerra sigue latente. Yo creo que esto demuestra que, a la larga, la única salida será la reunificación negociada y pacífica". nSeparación de hechoEn 1949 las tropas nacionalistas bajo el comando del generalísimo Chiang Kai-Shek fueron derrotadas por los comunistas bajo el liderazgo de Mao Zedong, quien declaró constituida la República Popular China. Tanto Chiang como su entorno de seguidores del partido nacionalista o Kuomingtang se refugiaron en Taiwan, donde reunieron sus últimas fuerzas en espera de un ataque final que nunca llegó. Desde entonces el gobierno de Taiwan, bajo el título de 'República de China', ha reclamado la legitimidad del poder en el país, aunque la isla ha estado separada de hecho, sin que se haya declarado formalmente la independencia. Desde entonces China considera a Taiwan una 'provincia renegada' que debe regresar a su jurisdicción. El gobierno de la isla tradicionalmente ha reconocido esa unidad, pero aceptando solamente la reunificación en un ambiente democrático. Esa es la doctrina que el presidente Lee desestimó la semana pasada. ChinaEl presiodente chino, Jiang Zemin, no tiene ninguna alternativa diferente a rechazar cualquier posibilidad de que Taiwan se independice formalmente. El liderazgo chino recibió con preocupación el pacto militar celebrado recientemenmte entre Japón y Estados Unidos para la defensa regional. La reacción belicosa del gobierno chino indica también que ese país no ha renunciado al uso de la fuerza para reintegrar su territorio. Pero es muy poco probable que se materialice una invasión, pues las fuerzas militares chinas aún están lejos del nivel idealLa amenaza de Corea del NorteLa otra amenaza a la paz mundial en el Lejano Oriente ha corrido en las últimas semanas por cuenta del gobierno de Corea del Norte, a cargo de Kim Jong Il, el hijo del fundador del país, Kim Il Sung. Con la economía en ruinas, la agricultura en un estado desastroso y la población al borde de la hambruna, el supremo líder del último país estalinista del mundo anunció sus intenciones de probar un nuevo misil de crucero, el Taepo Dong II, capaz de alcanzar blancos a una distancia de unos 10.000 kilómetros, suficiente no sólo para atacar a Tokio y las islas Hawai, sino el Estado norteamericano de Alaska.Las intenciones de Pyongyang se presentaron sólo dos semanas después de que varias lanchas torpederas se infiltraron en aguas de Corea del sur, una de las cuales resultó hundida.Las reacciones de los afectados no se hicieron esperar, en especial la de Japón, un país que tiene antecedentes poco presentables en relación con Corea, a la cual colonizó entre 1910 y 1945. La actitud de Kim, sin embargo, es un tanto misteriosa si se tiene en cuenta que Corea del Norte venía recibiendo un apoyo incondicional de parte de los mismos países que ahora amenaza y parece en camino de perder su última oportunidad de normalizar sus relaciones con el resto del mundo. Según dijo el experto Michael Green a SEMANA, "la actitud de Kim sólo puede explicarse en la incapacidad de su gobierno de cambiar de rumbo sin perder el poder. Y la verdad es que el supremo líder está dispuesto a todo para conservarlo". Esa percepción se basa en la idea, generalizada entre los observadores, de que el 30 por ciento de la población norcoreana es potencialmente hostil al régimen, y que Kim no tendría problema en propiciar el caos para evitar cualquier posibilidad de insurrección. Otra posibilidad, menos aceptada, es que Kim piense que sus enemigos estarían, como en el pasado, dispuestos a otorgarle toda clase de prebendas a cambio de que abandone sus programas bélicos.