Para Darío Vera, un humilde campesino del municipio de Chinácota, en Norte de Santander, la Semana Santa que acabó de culminar será inolvidable.  Si bien no pudo asistir, por primera vez, a las eucaristías y demás celebraciones religiosas en el casco urbano por cuenta del aislamiento obligatorio para prevenir el contagio del coronavirus, sí logró presenciar un evento nunca antes visto en esa población: el avistamiento de un oso andino, también conocido como oso de anteojos.  Le puede interesar: Captan imágenes únicas de osos de anteojos jugando en el Parque Nacional Tatamá Cuando se traslabada por la vereda Iscalá Sur, en inmediaciones del páramo de Mejué, ubicado en el Parque Nacional Natural Tamá, el Viernes Santo, escuchó ruidos extraños en una de las pendientes que hay cerca a su casa. De inmediato hizo una pausa y dirigió su mirada hacia lo alto. Una hembra merodeaba el lugar junto a sus dos crías en la cima. Gratamente sorprendido decidió sacar su celular y tomar algunas fotos para luego mostrárselas a sus familiares.

Se presume que por el silencio que existe por estos días en la zona, la hembra y sus crías bajaron a explorar el territorio. Foto: Darío Vera.  Las imágenes llegaron a redes sociales y comenzaron a circular. Desde la alcaldía celebraron el avistamiento, pero a su vez hicieron un llamado a la comunidad a proteger esta especie, ya que no es frecuente que baje a zonas donde existe presencia de humanos, aunque por cuenta del silencio y la tranquilidad generada tras el confinamiento, es probable que hayan decidido explorar el área.  Le sugerimos: Matan a tiros a una osa de anteojos en el Cauca La presencia de osos de anteojos, que se encuentran en estado vulnerable, de acuerdo con la clasificación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), es un indicador positivo del estado de conservación en el que se encuentra esa zona. Se estima, de hecho, que el 90% del área aún no ha sido intervenida por el hombre, por lo que se constituye en un corredor estratégico para esta y otras especies.  A su turno, la Fundación Huellas Unidas de Chinácota solicitó a las autoridades de la región que esta hembra y sus crías sean protegidos de cazadores furtivos.  

El oso de anteojos, también llamado ucumari, jucumari, achupallero o huagrero (Tremarctos ornatus), es la única especie de la familia de los úrsidos que habita en Sudamérica. Aunque está catalogado como especie vulnerable son cada vez más los casos de ataques y muertes en países como Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú y Bolivia. La UICN considera que su población oscila entre los 2.500 y 10.000 individuos.Su mayor enemigo es la deforestación. Al perder los bosques, el oso de anteojos queda sin hogar y se ve obligado a desplazarse a zonas habitadas por humanos, donde son víctimas de cazadores e inescrupulosos. Lea también: El arrepentimiento fue la única condena contra indígena que mató un oso de anteojos En Colombia, el oso de anteojos es llamado como "el guardián de los páramos". Tiene presencia en 22 de los 59 Parques Nacionales Naturales de Colombia.