El guerrillero que al ser capturado por el Ejército confesó dónde estaba secuestrado monseñor Jorge Enrique Jiménez formaba parte del frente que llevó a cabo ese operativo. Cuando el obispo de Zipaquirá fue liberado manifestó que quería conocer al personaje. Se reunió con él en los calabozos del comando de la Policía y al igual que hizo el Papa con la persona que intentó asesinarlo, le dio la bendición y la absolución por ese delito.