Viven en San Cristóbal, a 2 horas en carro de la frontera con Colombia, no tan lejos de la desembocadura del puente internacional Simón Bolívar, el lugar al que cada quince o veinte días llaman “el consultorio”. Ella y él, dos novios que no quisieron dar su nombre, representan a un sector de los venezolanos que ha intentado sobrevivir a la crisis económica de su país mediante el rebusque. Solo que esta pareja escogió una opción, para muchos, traída de los cabellos: ponen brackets rudimentariamente a la sombra de uno de los árboles de La Parada, el barrio del municipio de Villa del Rosario al que llegan los cerca de 45.000 migrantes que pasan diariamente de Venezuela a Colombia por el puente. Ella, la encargada de ponerlos, no es odontóloga. Aprendió de su prima, una auxiliar odontológica, y  sobretodo de Youtube, el maestro infalible. “Es fácil si sigues bien los tutoriales, hay muchos”, cuenta. Junto a un butaco plástico que en el lomo dice “Se colocan brackers con laser” y que hace de mesa para el instrumental, esta joven de unos 25 años pasa 6 u 8 horas pegando diente a diente estos aparatos fijos de ortodoncia sobre la dentadura de colombianos que, en su mayoría, no van para corregir alguna imperfección, “se los montan de puro coqueteo”.Dentro de un neceser rosado lleva alambres de ortodoncia, guantes quirúrgicos, un alicate odontológico, resina, una lámpara de fotocurado portátil y cauchos de muchos colores. Los pacientes, por su parte, se sientan en un butaco frente a ella y sostienen todo el tiempo un espejo para ser testigos de la transformación.El negocio se le ocurrió hace cinco años en Venezuela y desde octubre de 2017, cuando la situación económica empezó a empeorar, decidió traerlo a Colombia. “Lo hacemos porque en nuestro país el alambre, la resina, las gomas y los demás materiales que se necesitan para poner los brackets se consiguen más que la comida entonces decidimos volverlos nuestra manera de conseguirla”, cuenta.Su novio -que también luce cuatro brackets con cauchos de colores por simple gusto- es el encargado de conseguir los insumos en San Cristóbal, así como de negociar las tarifas en Colombia, que resultan bastante atractivas en comparación al costo real de un tratamiento de este tipo en un centro odontológico: “ponerse brackets en todos los dientes cuesta 120.000 pesos; 8 brackets, 20.000 pesos; 10, 30.000 pesos; y ‘el combo’, 10 brackets arriba y 10 abajo, sale a 60.000 pesos”.Sin embargo, advierten, el “tratamiento” es de corto plazo: los brackets deben quitarse a los dos meses porque la resina puede manchar los dientes o el alambre puede torcerlos. Una paradoja. Por eso, este par regresa cada quince o veinte días a La Parada para reemplazarlos o quitarlos definitivamente de las dentaduras de sus clientes.¿En dos meses sí pueden corregirse las imperfecciones de quienes se los ponen para eso?Sí, claro. Si el cliente sigue las indicaciones, dicen ellos.