Un tribunal israelí dio la semana pasada una demostración de que la muerte del presidente israelí, Yitzhak Rabin, no quedará impune, al condenar a cadena perpetua a Yigal Amir, el hombre que disparó contra Rabin el 4 de noviembre de 1995. Al anunciar la sentencia el juez Edmond Levy afirmó que "él no merece compasión porque perdió toda semblanza de humanidad".