636.000 familias colombianas sobreviven de sus trabajos en la agroindustria de la caña de azúcar y panelera. Sin estos empleos, con absoluta certeza estarían en el rebusque de los semáforos y las calles de las principales ciudades.  El problema está en que las empresas colombianas no pueden competir frente a las importaciones desleales de etanol desde Estados Unidos. Allá, en ese país, sí entienden de la necesidad de protección y no les da pena (ni miedo) imponer medidas para estimular y defender su producción. Allá no existen los obstáculos técnicos, ni teorías académicas ficticias, simplemente la decisión gubernamental de producir y exportar. Punto. Entre 2006 y 2018, ese país pasó de producir 6.000 millones de litros de etanol a 60.000 millones de litros, convirtiéndose en el segundo mayor productor del planeta. ¿Cómo lo lograron? Según un estudio de Ernst & Young, para la Comisión de Regulación de Energía y Gas, los subsidios federales a este producto representan el 30 % del valor de la producción.  Lea también: Jóvenes desocupados Este incremento en la producción y excedentes de etanol subsidiado posibilitó, mediante la implementación del TLC con ese país, que en 2018 Colombia importara desde Estados Unidos 178 millones de litros de etanol, lo que equivale a 2,5 veces más que lo importado en 2017 y a 10 veces más que lo importado en 2016.  Mientras el precio del etanol colombiano es de USD 2,40 por galón, el importado desde Estados Unidos llega a USD 1,70/gal, pero este menor precio causado por el subsidio gringo no se transfiere al consumidor, porque la ley (resolución 181254/2012) permite que los distribuidores mayoristas se queden con ese margen como una ganancia adicional a la ya establecida. No es extraño entonces que la Asociación Colombiana de Petróleo, presidida por el vallecaucano Kiko Lloreda, defienda a los importadores de etanol, ya que su principal socio es Terpel, el mayor importador de etanol, que es a su vez el más grande distribuidor mayorista y el mayor distribuidor minorista de Colombia. ¿No le genera sospecha alguna a la Superintendencia de Industria y Comercio esta presunta posición dominante del mercado? Lea también: La codicia domina Frente a la quiebra inminente de las empresas y el despido de sus trabajadores, los productores colombianos de etanol tramitaron la aplicación de un derecho compensatorio, contemplado por la Organización Mundial del Comercio. Pero mientras Estados Unidos ha movido a toda su institucionalidad para no responder por los cuestionamientos sobre subsidios a sus productores de etanol, ni por los USD 94.329 millones que cada año el país del libre comercio se gasta en subsidios agrícolas, en Colombia el gobierno de Iván Duque está muerto del susto (o no le interesa) y no ha decidido imponer un arancel de 22,58 % al etanol, que salvaría la producción y los empleos nacionales.  Los paneleros, hoy en paro, derivan su existencia de que al resto de la cadena del sector: el azúcar y el etanol, le vaya bien. Si la idea del gobierno de Duque es mantener el desempleo en dos dígitos, lo está consiguiendo con nota sobresaliente, pues es imposible resolver este problema social si no se protegen a las empresas capaces de ocupar esa fuerza de trabajo. Duque (presidente) se olvidó de lo que dijo Duque (senador).