Ser miembro del gabinete del gobierno británico es un honor que cuesta. La frase, que parece una verdad de Perogrullo, adquirió un valor especial desde la semana pasada, cuando el primer ministro Tony Blair prohibió a sus ministros asistir a la Copa Mundial de Fútbol que tendrá lugar a mediados del año en Francia. Blair trata con ello de evitar críticas por parte de los miles de fanáticos ingleses y escoceses que quisieran viajar pero no pueden hacerlo por falta de recursos o por la insuficiencia de la asignación de boletas para los partidos. Esos altos funcionarios tendrán que contentarse con ver los encuentros por televisión como la mayoría de los aficionados británicos, para quienes serán instaladas pantallas gigantes en muchos de los estadios del país.