Uno de los grandes retos que tendrá el actual gobierno es pasar de construir 170.000 viviendas al año a 250.000. Para lograr no solo se están impulsando 27 macroproyectos en todo el país, también están estructurando modelos de negocios para que sean financiados con capital privado de los fondos de pensiones y de capital extranjero. De acuerdo con los análisis que realizó el Consejo Privado de Competitividad una de las brechas para la competitividad del sector de la construcción es la falta de inversión institucional. Para lograr la meta del millón de viviendas en el cuatrienio se necesitan inversiones por $80 billones para la compra de tierras, además de adaptarlas para que sean urbanizables. Para reducir este déficit la presidenta de Camacol, Martha Pinto aseguró que al igual que Chile, Brasil y México, el país está preparado para que los fondos de pensiones, fondos inmobiliarios, fondos de inversión, fondos de capital privado y aseguradoras, diversifiquen sus portafolios e inviertan en vivienda. “Una economía con baja capacidad de ahorro como la colombiana cobra importancia canalizar de manera segura la enorme liquidez de los fondos institucionales hacia sectores productivos, no se pretende que como administradores de recursos dejen de lado su deber fiduciario o que el regulador financiero abandone la prudencia con la que se debe obrar”, dijo la dirigente. Andrés Arango, presidente de la constructora Ospinas, indicó que es un modelo de negocio viable y rentable para el sector. Particularmente, esta empresa tiene un fondo con capital privado, para comercializar 14 locales de su proyecto Titan en Bogotá. “Le vamos a dar a continuidad alrededor de centros comerciales, en esquemas de arriendo y llegar hasta la administración de activos. El promotor estructura un fondo para adquirir los activos y ofrecérselos a las grandes marcas”, explicó. Entre los cálculos que ha hecho Camacol se estima que sólo los fondos de pensiones podrían destinar casi $20 billones para activos inmobiliarios. Sin embargo Santiago Montenegro, presidente de Asofondos, dice que aunque en este momento la ley permite estas inversiones, es necesario estructurar bien los proyectos, para que tengan una buena rentabilidad, bajo riesgo y alto retorno. “Tenemos es que poner a pensar al mercado de capitales, a las bancas de inversión, a estructurar esos proyecto para que sean atractivos a los inversionistas institucionales. Hay que pensar buenos proyectos de inversión por ahora solo hay ideas. Se podrían generar unos bonos que tengan una relación riesgo - retorno, parecida o similar a la que pueda emitir Alpina, ISA, Isagén porque estamos compitiendo con ellos”, dijo Montenegro a Dinero.com. Para capitalizar los recursos de los privados Camacol tiene varias alternativas. Los bancos de tierra también pueden constituirse sobre zonas de renovación urbana, alternativa de crecimiento para las ciudades que no implica la expansión de sus perímetros. O renovación urbana ligada a procesos de concesiones para la construcción y operación de despachos públicos. El mejor ejemplo de esta figura es el proyecto de renovación del Centro Administrativo Nacional (CAN). Otra oportunidad de asociación entre constructores e institucionales es la construcción de vivienda para arriendo. Hasta ahora esta modalidad ha sido utilizada para financiar la construcción no residencial y es la estructura de negocio implícita en los procesos de titularización de inmuebles que ya existen en el mercado de capitales. El modelo de construcción para arriendo fondeado con recursos de inversionistas institucionales constituiría una alternativa de acceso a vivienda para los hogares de muy bajos ingresos que no tienen capacidad de ahorro, ni acceso al crédito tradicional, pero para quienes el costo de alojamiento es el principal componente de su gasto. Por otra parte, varios de los macroproyectos de primera generación, así como los Proyectos Integrales de Desarrollo Urbano – PIDUS- creados como parte de la estrategia de reconstrucción, requieren aún de financiación para ser ejecutados.