La noticia del embarazo de Kate Middleton se oscureció la semana pasada, cuando dos locutores de una emisora australiana se hicieron pasar por la reina Isabel II y el príncipe Carlos para averiguar sobre la salud de Kate, hospitalizada por hiperémesis gravídica. El drama se produjo cuando se supo que todo era una broma y la enfermera que atendió la llamada se suicidó. Jacintha Saldanha, quien estaba encargada de cuidarla, les contó que estaba estable y que la podían visitar al día siguiente. Aunque no se ha confirmado que la broma hubiera causado el suicidio, los locutores, Mel Greig y Michael Christian, se retiraron del aire hasta que se aclare la situación. La emisora ha ofrecido disculpas públicamente, pero de ratificarse la relación entre su suicidio y la broma, el estudio y los locutores tendrán que hacer mucho más para sobrevivir a este escándalo.