Colombia se contagia de la fiebre bolivariana. Esa pasión que, a simple vista, tiene como cabeza a Hugo Chávez, lleva muchas vertientes. Algunos apoyan al Presidente venezolano y siguen sus ideas, pero otros toman algunas partes de su discurso y otras de sus acciones prefieren desecharlas. Sobre esa simpatía hacia Chávez, existen todo tipo de rumores e internet se volvió un escenario propicio para manifestar ese miedo. Son muchos los correos electrónicos que circulan alertando sobre supuestas fuerzas oscuras coordinadas por Chávez para tomarse la política del país. Pero la verdad es que nada es oculto. Desde hace muchos años, la idea de seguir con el sueño de Bolívar ha sobrevivido en Colombia. Siempre han existido líderes que sueñan con una unidad latinoamericana, con la no dependencia de países extranjeros y con una distribución equitativa de riquezas de la región. Desde finales de los 80, en el país empezó a saberse que en Venezuela había un coronel que compartía esas ideas y que había empezado a luchar por ellas. Su nombre, Hugo Chávez, retumbó en 1992 cuando intentó derrocar sin éxito al entonces presidente Carlos Andrés Pérez. Ahora, que está en el poder y tiene fuerza, muchos admiradores de Bolívar encuentran un respaldo en su tono fuerte y desafiante y en sus decisiones irreversibles, pero eso no quiere decir que él esté imponiéndose. Es más, algunos líderes colombianos reconocen que fueron ellos quienes buscaron a Chávez en algún momento de sus vidas y no al contrario, como sugieren otras versiones. Esos mensajes clandestinos suelen expresar temores sobre la posibilidad de que los ‘chavistas’ se tomen el poder . Y ese temor tomó fuerza el pasado domingo 27 de mayo cuando Jorge Urueta, precandidato del Polo Democrático Alternativo (PDA) lanzó su campaña para la Alcaldía de Barranquilla. Este político costeño es un reconocido líder en la región que siempre ha defendido sus ideas socialistas. En 1986 viajó a El Salvador para participar en una reunión social. “Varios dirigentes de izquierda de varios países estábamos ahí. Entre comida y tragos, conocí a Chávez, que en ese entonces apenas estaba reafirmando sus teorías. Desde entonces, seguimos en contacto”, recuerda Urueta. Según dice, su pensamiento le ha costado seis atentados. Cinco fallidos y uno en que lograron impactarlo con dos tiros que le entraron por la cabeza y le salieron por la boca. Después de ganarle esa batalla a la muerte, tuvo que salir de Colombia y se fue a vivir a Maracaibo (Venezuela). Cursaba 2004 y Chávez hacía su segunda campaña para la Presidencia. Entonces le pidió a Urueta que coordinara la recolección de votos de extranjeros en el estado de Zulia. Mientras desempeñaba esa labor, Urueta encontró que había muchos colombianos exiliados allí y se reunió con 40 compañeros que militaban con él en el desaparecido movimiento Patria Para Todos (PPT). Comenzaron a contactar a más colombianos y formaron la agrupación Colombianos en Venezuela, una sola bandera. El pasado octubre volvió al país para ligarse de nuevo a sus actividades políticas y al mando de una corriente que dice sin tapujos estar de acuerdo con la política de Chávez. Para el lanzamiento de su campaña, invitó al diputado José Luis Pirela, que llegó acompañado de Víctor Hugo Meriño, rector de una universidad venezolana. Ambos vinieron, además, para firmar un acuerdo con el alcalde de Baranoa, Carlos Zambrano, para establecer intercambios educativos que había gestionado el mismo mandatario. Todo hubiera transcurrido como algo normal, de no haber sido porque el diputado dijo en público que “aquí (en Colombia) hay que comenzar de abajo hacia arriba. Desde las locales y regionales para que después los bolivarianos tengamos la presidencia de la República”. Después de eso, los dos venezolanos que vinieron de visita fueron deportados en un helicóptero militar como consecuencia de las palabras del diputado. Dicho aquel comentario, la mira apuntó hacia uno de los presidenciables que más adeptos ha recogido últimamente y que se volvió ícono de la izquierda colombiana: el senador Gustavo Petro. “No soy ‘chavista’” La vista lo enfocó porque es de público conocimiento su relación con Chávez. Se sabe que el congresista lo recibió cuando tuvo que escaparse de su país tras el fallido golpe de Estado contra el presidente Pérez. También es sabido que Petro fue crucial para superar la crisis entre Colombia y Venezuela cuando Chávez rechazó que colombianos invadieran sus fronteras para capturar a Rodrigo Granda. Esa cercanía se inició hacia comienzos de los 90. Según recuerda Petro, después de disolverse el M-19, sus integrantes dejaron las armas, pero conservaron su lucha por conquistar el sueño de Bolívar. Fue por esos años cuando la revista SEMANA publicó informaciones sobre el coronel Chávez y los ex militantes del M-19 lo contactaron, toda vez que había similitudes en sus proyectos. Desde entonces, la cercanía ha perdurado. Semana.com contactó al senador. “Yo no soy chavista -enfatizó Petro-. Me gusta lo que él propone en cuanto a la distribución de la riqueza pública en la sociedad más pobre y la unión latinoamericana con independencia”. “Pero no acepto la palabra ‘chavista’. Soy latinoamericanista, que es muy diferente. Se está tratando de crear una idea que dice que quienes piensan como yo vamos detrás de Chávez, pero no es cierto. Eso es para satanizarnos. Cada país tiene su realidad con respecto a la izquierda”. Y es que la figura de Chávez puede deteriorar la de muchos políticos. No todo el mundo está de acuerdo con ciertas decisiones que toma el Presidente venezolano, como por ejemplo la radical e irrefutable negativa de renovarle la licencia a Radio Caracas Televisión (Rctv), y la posterior amenaza de terminar las transmisiones de Globovisión por emitir contenidos que lo cuestionan. Por esas actitudes que para muchos son autoritarias y contra la democracia, existe el temor de las comparaciones con él. No todo el que comparte sus ideas está de acuerdo con sus actitudes. Así lo reconoce Petro. En cuanto al cierre de los canales, el senador opina que “no estoy de acuerdo con que no permita la permanencia al aire de los medios de comunicación. Yo pienso que hay que garantizar el pluralismo informativo. En vez de cerrar, defiendo que se abran muchos más canales”. Tampoco comparte “que no haya partidos políticos serios. Sólo existe Chávez y un pueblo, nada más”. Contrario a lo que él dice, Piedad Córdoba sí tiene gran aceptación por Chávez y está de acuerdo con sus actitudes. Eso lo reconoce públicamente cada vez que se le pregunta. Respecto al cierre de Radio Caracas Televisión, la senadora piensa que Chávez “está en todo el derecho de tomar la decisión de renovar o no una licencia”. Córdoba también se muestra partidaria de la integración. Sobre la propuesta económica de unir la región con una misma moneda, se declara en total acuerdo. Chávez con los militares Una mirada a las entrañas del chavismo, revela que la aceptación del coronel en Colombia está viva también en los militares. El mayor retirado del Ejército Gonzalo Bermúdez dirige el capítulo Colombia de la Organización de Militares por la Democracia de América Latina y el Caribe (Omidelac). El ex oficial cuenta que mientras estuvo bajo banderas, empezó a verse atraído por los sueños de Bolívar. Su pensamiento discrepaba de la doctrina militar, entonces debió dejar las filas. Pero no se trataba de un hecho exclusivo. Al contrario, casos similares se han presentado a lo largo de toda Latinoamérica y los ex militares decidieron agruparse en Omidelac en 1984. La organización quiere promover, entre otras cosas, la unidad latinoamericana y, según Bermúdez, Chávez es un referente y líder de esa causa. Como bien es sabido por organismos de inteligencia, las fuerzas militares también tienen miembros activos que comparten aquellos ideales. Fue precisamente mientras militares trataban de verles los rostros a soldados colombianos que supuestamente pertenecían a círculos bolivarianos cuando fueron sorprendidos cerca de la casa de la familia del senador Petro. Los círculos bolivarianos son agrupaciones de personas que se reúnen para dialogar sobre el sueño de Bolívar, para promover su cumplimiento y recaudar simpatizantes de la causa. Se dice que algunos son financiados por el presidente Chávez y que otros se forman de manera espontánea. Los opositores de esos ideales suelen tildar a los círculos bolivarianos como “círculos del terror”, “círculos violentos” o “agrupaciones terroristas”. Por eso, en Colombia están en la mira y decir que hay militares participando de esos grupos, es motivo de preocupación para los organismos de seguridad. Ese era el motivo que llevó a dos soldados a merodear la casa contigua a donde vive la familia del senador Petro, pues tienen como vecinos a Mariluz Herrán, ex esposa del parlamentario. Ella misma reconoce que desde hace varios años dirige el Instituto Bolivariano de Estudios Latinoamericanos (Ibel) y es de público conocimiento su simpatía con el presidente venezolano. Según los investigadores que rondaban su vivienda, la vigilaban porque supuestamente ella participa en un círculo bolivariano donde asisten también miembros militares activos e inactivos. Herrán negó tales señalamientos. Cabezas de organizaciones Pero ella no es la única colombiana que ha encabezado una organización que se fundamenta en los propósitos bolivarianos que defiende Chávez. La paisa Luz Gabriela Gutiérrez ha estado vinculada a programas sociales del presidente venezolano, como Misión Barrio Adentro y Misión Identidad. “Mi amor es Chávez”, ha dicho. Por su parte, el abogado Ernesto Amézquita presidió hasta hace dos años la Asociación Colombo-Venezolana por la Paz y la Integración, en Caracas. Sus lazos con Chávez empezaron desde 1994, cuando lo defendió de acusaciones que lo señalaban de haber ingresado armas a Colombia por Arauca. Chávez fue retenido en Colombia. Le impidieron la salida hacia el aeropuerto, pero Amézquita acudió a su defensa y gracias a sus conocimientos en derecho penal internacional, logró que en poco tiempo el coronel venezolano embarcara un avión hacia su país. Este abogado hacía parte de la Fuerza Bolivariana 2000, un grupo conformado por ex militares y juristas colombianos con pensamientos acordes con los del Libertador. Ellos también buscaron en su momento a Chávez para que les dictara una charla sobre el pensamiento que compartían con él. Mientras tanto, otra persona, Edgar Caballero asegura que defiende la unidad latinoamericana y se opone al Tratado de Libre Comercio, al Alca y apoya la integración comercial y económica de América Latina. Este caleño fue director de la Secretaría del Congreso Bolivariano de los Pueblos en 2004, adonde asistió Rodrigo Granda, conocido como el ‘canciller’ de las Farc. En los medios Así, entre tan activos personajes, algunos tienen participación en los medios de comunicación. Gloria Gaitán, la hija del asesinado caudillo Jorge Eliécer Gaitán, tiene una página de Internet donde divulga el pensamiento bolivariano y aparece como autora de innumerables columnas que defienden aquellas ideas. El periodista Jorge Enrique Botero es conocido por haber dirigido Telesur, el canal con que Chávez quiere hacerle contra peso a CNN y desde donde divulga permanentemente su pensamiento. Botero es un reconocido periodista colombiano. Logró, por ejemplo, llegar con cámara en mano hasta el campamento donde se encuentran policías, militares y políticos secuestrados por las Farc. Luego, escribió un libro donde revela que Clara Rojas, la fórmula presidencial de Íngrid Betancourt, había tenido un hijo en cautiverio. Tras dejar su cargo en Telesur, lo reemplazó William Parra, quien se encargó de manejar la vitrina a través de la cual Chávez impulsa su sonada revolución bolivariana. Parra también es un importante periodista colombiano que fue jefe de prensa del presidente Ernesto Samper, en la Casa de Nariño. Todos estos simpatizantes de Chávez, dan cuenta de que su sueño está en las entrañas de Colombia, en todas las regiones y en todos los sectores y que siempre han estado, en concreto para ayudar a superar la brecha creada por la tremenda injusticia social en el país. Lo que ahora ocurre es que están saliendo a flote, valorando las ideas del mandatario venezolano y, por eso, desde la orilla que los miren, unos los alaban, otros los critican.