ENTREVISTAEl ex contralor Rodolfo González es el único político de los señalados por las autoridades de haber recibido dineros de los jefes del cartel de Cali que ha sido absuelto dentro de las investigaciones del proceso 8.000. La semana pasada González, uno de los políticos más controvertidos y también más brillantes del liberalismo, ganó a la Fiscalía una segunda batalla jurídica, la cual lo dejó en libertad. González habló con SEMANA sobre lo que piensa hacer de ahora en adelante luego de haber permanecido 21 meses detenido.SEMANA: ¿Qué va a hacer en la política?Rodolfo González: Hay posibilidades de ir al Concejo de Bogotá. Siempre he tenido una buena audiencia en la capital. Sin embargo, por estar metido en el parroquialismo del propio departamento no se tiene una perspectiva diferente. Estuve cuatro años en el Congreso y me pareció la mamera más grande del siglo llegar uno de provinciano a responder lista y al final sólo nos quedábamos los de provincia.SEMANA: ¿Pero cómo se explica que alguien que fue Contralor descubra que su vocación es ser concejal?R.G.: Es que el Concejo de Bogotá es la mejor tribuna que hay hoy en día. Representa lo que es la institucionalidad democrática del país. Aquí se resume todo lo que es el conflicto social, político y económico del país.SEMANA: ¿Y si le gusta tanto Bogotá por qué no se le mide a la Alcaldía? R.G.: La verdad es que sí quiero ser alcalde de Bogotá. Yo he trabajado mucho al sur de la ciudad, sin aspavientos y sin muchas ambiciones políticas. Es más, la mayor manifestación que se le ha hecho a Moreno de Caro se la organicé yo. Fueron más de 15.000 personas.SEMANA: ¿Cuál sería su programa de gobierno?R.G.: Bogotá es una ciudad que hay que replantearla desde el punto de vista de un economista como yo. En economía hay una ley de los rendimientos finales decrecientes. Yo parto de la base de que Bogotá cayó en esa ley. Es decir, que todas las inversiones que se hacen en la capital generan rendimientos decrecientes, y así no hay manera de resolver los problemas de la ciudad. Yo, por ejemplo, ampliaría los horarios del pico y placa, le metería más hombres de la policía a las calles para solucionar la inseguridad y extendería la educación primaria a todos los barrios populares.SEMANA: ¿Usted cómo cree que lo va a recibir la gente después de haber estado detenido por el proceso 8.000?R.G.: Eso hace parte de la campaña política: unos bien y otros mal. Pero yo en Bogotá siempre que he salido a hacer política me ha ido bien.SEMANA: ¿Y el Partido Liberal cómo lo trató en estos tiempos difíciles?R.G.: El Partido Liberal es una entelequia. La gente de mi tierra me trató muy bien y los líderes aquí en Bogotá también. La romería de simpatizantes existía y varias veces me visitaron los compañeros del Congreso. Con Horacio Serpa, a pesar de que hemos sido adversarios en la política santandereana, siempre hemos mantenido una buena amistad.SEMANA: ¿Usted cree que el país desaprovechó el proceso 8.000 para hacer un mea culpa?R.G.: Claro. Es que el aniquilamiento de los dos grandes carteles de Cali y Medellín no significó el fin del término narconación. Si se mira la operación Milenio se encuentran apellidos diferentes, gente que tiene muchos vínculos con sectores importantes y respetables del país. Para mí el 8.000 no ha hecho metástasis.SEMANA: ¿Qué responsabilidad le cabe a la clase política en todo el 8.000?R.G.: Responsabilidad sí la tiene y el mea culpa tiene que empezar por la clase política. Uno a veces se pregunta, saliéndose del 8.000, por qué hemos llegado a esta crisis de empobrecimiento, y la responsabilidad está en la clase política, porque al fin y al cabo la estructura es la que ha fallado en la concepción y el desarrollo en la política económica.SEMANA: ¿Pero qué responsabilidad tiene usted como miembro de esa clase política?R.G.: Tal vez la complacencia mía y del Partido Liberal de no haber atacado con más autoridad, coraje y vigor el problema del narcotráfico cuando hubiera sido oportuno.SEMANA: Sí, pero la responsabilidad no es sólo por omisión. Hubo quienes compartieron con los narcotraficantes.R.G.: ¡Ah, no! ¡Ahí sí que me esculquen porque no estoy en eso! En los 21 meses que pagué de reclusión no me comprobaron nada. Demostré mi inocencia. Y si me vuelven a investigar con plena seguridad me salvo de nuevo.