El 13 de agosto de 1999 es una fecha que difícilmente los colombianos olvidan. Y no es para menos. En la madrugada de ese día fatídico fue asesinado uno de los hombres más queridos e influyentes del país: Jaime Garzón. Las balas de los sicarios acabaron con la vida de quien durante años se convirtió en un referente del acontecer nacional gracias a sus programas humorísticos y su irreverencia. Habían asesinado la risa y la posibilidad de que los colombianos se miraran al espejo de sus tragedias y sus contradicciones a través de la crítica y la sátira. Cuando se cumplen 15 años de su magnicidio, la investigación por ese crimen tuvo dos hechos relevantes la semana pasada: la Policía y la Fiscalía capturaron al coronel retirado Jorge Eliécer Plazas Acevedo y comenzó el juicio contra el ex subdirector del Das, José Miguel Narváez. Durante años la investigación judicial del crimen dio vueltas por los despachos judiciales acumulando polvo e impunidad. Solo en 2004 la Justicia dio los primeros resultados al acusar al jefe de las autodefensas Carlos Castaño de ser el autor intelectual y quien ordenó el homicidio del humorista. Como consecuencia de esa investigación se logró establecer que sicarios de la banda La Terraza de Medellín, bajo órdenes de Diego Murillo, alias don Berna, habían ejecutado el asesinato, hechos que el mismo Berna, ya extraditado a Estados Unidos, confirmó. La Fiscalía también señaló a otras dos personas como las responsables de haber instigado a Castaño a cometer el asesinato. Uno de ellos era el ex subdirector del DAS, José Miguel Narváez quien, según la investigación, desde su cargo como subdirector de ese departamento, entregó información al jefe de las AUC en la cual relacionaba a Garzón con las Farc. Narváez, quien enfrenta varios procesos judiciales por sus vínculos con las autodefensas y por el escándalo de las chuzadas del DAS, fue vinculado formalmente al caso Garzón como determinador y en este momento se encuentra afrontando un juicio por ese crimen. El martes de la semana pasada Alfredo, uno de los hermanos de Jaime Garzón, estuvo en una de las audiencias del juicio en donde se encontró cara a cara con Narváez, quien le negó que él tuviera algo que ver con el crimen. En pocas semanas se conocerá la sentencia en su contra. La participación de Narváez, así como varios funcionarios del desaparecido DAS, fue una de las líneas de investigación del caso Garzón. La Justicia también logró probar que militares activos habían hecho parte del plan criminal para asesinar al humorista. El principal sindicado fue el entonces jefe de inteligencia de la Brigada XIII, con sede en Bogotá, el coronel Plazas Acevedo. El oficial había sido detenido en 2002 como responsable del secuestro y asesinato del empresario israelí Benjamín Khoudari. Condenado a 40 años de prisión por ese crimen, Plazas Acevedo fue recluido en las instalaciones del batallón de policía militar número 13. De allí se escapó en 2003 y por más de una década permaneció prófugo hasta la semana pasada cuando fue arrestado en una operación de hombres del Gaula de la Policía que lo localizaron en San Martín, Meta, en donde se había escondido desde hace años bajo la fachada de ser un humilde ganadero. La captura de Plazas Acevedo sin duda es el hecho más relevante para el caso Garzón. El exoficial no solo entregó información a los paramilitares de Carlos Castaño afirmando que el humorista era parte de la guerrilla sino que, junto con sus hombres, se encargó de realizar labores de inteligencia y seguimientos y prestó apoyo a los sicarios que lo asesinaron. Pero más allá de su participación, la importancia de su captura para el caso consiste en que el excoronel es la pieza clave para conocer y establecer la eventual responsabilidad de otros altos oficiales del Ejército que también habrían participado y ordenado el crimen. De allí que no son pocos los que quedaron muy nerviosos cuando conocieron de la captura del coronel prófugo. Con el arresto de Plazas Acevedo es muy posible que uno de los símbolos de la impunidad finalmente empiece a resolverse.