Cuando se habla de una estrella de Hollywood es común imaginarse a una persona inalcanzable que vive en un mundo de lujos y excentricidades. Y no es para menos. Llegar a la meca del cine es un privilegio que no todos los actores alcanzan. Si para muchos 'coronar' supone años de intensa lucha y mucha intriga, para Leonardo Di Caprio fue en un abrir y cerrar de ojos con una mezcla de suerte y talento. Su llegada a la pantalla grande fue el resultado de un excelente trabajo en la televisión norteamericana como niño-actor. A los seis años, y gracias a su cara angelical, Di Caprio se robó la atención de las cámaras. Tras protagonizar varios comerciales, dio el paso hacia las comedias familiares como Growing Pains (Cómo duele crecer) en la que hizo el papel de un niño abandonado. En este rol llamó la atención de los productores de Hollywood que vieron en él a una promesa de la actuación. De ahí en adelante su carrera ha ido en vertiginoso ascenso. Ha trabajado con directores como James Cameron y Woody Allen, y ha compartido el escenario con figuras de la talla de Robert De Niro, Jeremy Irons, John Malkovich y Gerard Depardieu, entre otros. Mientras que algunos actores jóvenes se desviven por las cintas populares, Di Caprio tiene una orientación más vanguardista. La mayoría de las producciones en las que ha participado pertenecen al cine independiente y, según declaró recientemente a la revista Vanity Fair, siente algo de recelo a la hora de participar en grandes proyectos como Titanic: "No quiero que me vean como a Gary Cooper junior".Esta forma de ver la actuación lo llevó a aceptar el papel de retrasado mental en la cinta What's eating Gilbert Grape, que le mereció una nominación al Oscar como mejor actor secundario en 1993. Raro encanto Para muchos críticos, el encanto de Di Caprio radica especialmente en su parecido con James Dean, actor que en los años 50 causó furor en Hollywood debido a su rebeldía y amor por la libertad total. Al igual que James Dean, Di Caprio es joven, atractivo, tiene carisma y hace su santa voluntad.Según James Cameron, director de Titanic, Di Caprio puso todo tipo de trabas a la hora de filmar las escenas en las que tenía que mojarse. Por eso fue necesario que el agua que utilizaron para empaparlo estuviera caliente. Sus compañeros de grabación en Romeo y Julieta aseguran que no puede estar sin sus amigos de infancia y que exige pasajes de avión para que puedan acompañarlo en los diferentes lugares de grabación.A una edad en la que muchos actores juveniles han perdido vigencia o se han dejado llevar por las drogas y el alcohol, Di Caprio ha logrado mantenerse al margen de estas inclinaciones. Sin embargo, no deja a un lado las actividades propias de su edad y se lo ve con frecuencia en los bares de moda acompañado siempre por bellas modelos. Hijo de un hippie y de una inmigrante alemana que se divorciaron cuando él apenas tenía un año, Leonardo no ha olvidado por ahora los consejos de sus padres que han vivido pendientes de su educación. Lo han alentado para seguir en el mundo de la actuación y el espectáculo, pero le han advertido que no puede descuidar su preparación espiritual e intelectual. Si bien es cierto que Di Caprio llegó a Hollywood por la puerta grande, hay quienes aseguran que esto puede ser un arma de doble filo, si no aprende a manejar la fama y la riqueza, dos acompañantes que le han llegado de repente.