No merecía una muerte así. Era un hombre bueno, respetuoso, trabajador. Me voy a morir adorándolo”. El asesinato de José Norbey Muelas en el salvaje atentado de Santander de Quilichao, el pasado viernes 22, unido a la pérdida de otro amigo del alma y de la grave enfermedad que padece, han sumido a Lina en una espiral depresiva que amenaza con aniquilar sus exiguas fuerzas. Ya siente que no puede sobrellevar sola el dolor. Le hiere, además, la indiferencia general, que la tragedia de “Muelas”, como todos le conocían, y los otros dos policías asesinados, enseguida caiga en el olvido y apenas concite solidaridad. Lea el artículo completo