Aunque confesó muchos delitos graves derivados de su participación en los hechos, pocas personas tienen claro que el 8.000 comenzó gracias a una imprudencia suya. Medina había sido comisionado para pedirle apoyo económico a los hermanos Rodríguez Orejuela y aprovechó la ocasión para ofrecerles sus servicios de decorador. Ya había hecho este tipo de trabajos para delincuentes como Gonzalo Rodríguez Gacha y José Santacruz. Los Rodríguez aceptaron financiar la campaña de Samper, pero también accedieron a comprarle tres valiosos cuadros, por los cuales le enviaron un cheque por $40 millones. Tiempo después enviaron las cajas con el dinero en efectivo para la campaña y Medina decidió ahorrarse el trámite bancario cambiando su cheque (de una empresa fachada de los narcos) por el dinero en efectivo. Este cheque, que ingresó a la campaña de Samper en Cali, fue posteriormente allanado en una empresa de sistemas de Guillermo Pallomari, el contador del cartel.