Algo extraño está pasando en Wimbledon. No solo ha sido la competencia más accidentada del deporte blanco en años, sino que lo que se perfilaba como un reencuentro de los más grandes jugadores se esfumó en los primeros días. Aunque Rafael Nadal venía de ganar el Roland Garros, el español perdió en primera ronda contra Steve Darcis, algo que nunca le había pasado en un Grand Slam. Sin el número dos del mundo, a los seguidores del tenis sobre césped les quedaba la esperanza de ver a Roger Federer en la final, pero al suizo lo eliminaron en segunda ronda. Y si en el torneo masculino llovía, en el femenino no escampaba. María Sharapova también salió luego de que la venció una contrincante ubicada 100 puestos más abajo en el escalafón. Para rematar, Victoria Azarenka ni siquiera pudo golpear la primera pelota cuando se lesionó en un entrenamiento, Jo-Wilfried Tsonga se retiró tras un problema de rodilla, y ni siquiera Darcis pudo terminar de disfrutar su victoria, pues tuvo que salir de las canchas con una dolencia en el hombro.