Pronosticamos que el PIB real de Colombia se estará desacelerando fuertemente hacia expansiones de solo un 1,8 por ciento en 2016 (frente al 3,1 por ciento observado en 2015), en buena medida por el menor dinamismo del consumo de los hogares y por la paralización de la inversión productiva. Infortunadamente, el decepcionante comportamiento del PIB en el tercer trimestre de 2016 (que se expandió un 1,2 por ciento) solo ha sido parcialmente explicado por el paro de transporte de junio-julio. En el fondo, persisten los lastres estructurales provenientes de la crisis exportadora, la baja competitividad del agro y la industria y una cuasinula estrategia de alternativas productivas ante el estrepitoso desplome del sector minero-energético.Para 2017 estimamos una leve recuperación hacia crecimientos del 2,2 por ciento. Dicho menor dinamismo del sector real derivaría en alzas en la tasa de desempleo, la cual vemos ascendiendo hacia un promedio de 9,5 por ciento en 2016 (versus 8,9 por ciento en 2015) y del 9,7 por ciento en 2017.Paradójicamente, aun en presencia de dicha desaceleración económica y en un entorno desfavorable para las economías emergentes en la era Trump, el Colcap ha mostrado valorizaciones cercanas al 17 por ciento anual. De manera similar, los TES Benchmark (10 años) han resistido las malas noticias del No en el plebiscito, gracias a la esperanza de que se apruebe la reforma tributaria estructural, la cual contiene la pieza fundamental de alza del 16 al 19 por ciento en la tasa general del IVA.De ser así, ello podría evitar que se degradara de inmediato la calificación de riesgo de Colombia, a pesar de que esa reforma tan solo lograría ingresos netos adicionales por 1,4 por ciento del PIB por año. Esta cifra es prácticamente la mitad de la brecha fiscal existente en 2018-2020 para honrar la regla fiscal (mientras se requiere reducir el déficit fiscal desde el 4,2 por ciento del PIB que probablemente se observará en 2016 hasta 3,4 por ciento en 2017). En el frente externo, la complacencia de los capitales offshore durante buena parte del año solo ha permitido recientes repuntes en la tasa de cambio hacia niveles de 3.200 pesos por dólar. Eso no será suficiente para reducir la brecha externa por debajo del 5 por ciento del PIB en 2016 (probablemente corrigiendo levemente hacia 45 por ciento en 2017).En materia inflacionaria, se ha tenido algún respiro y estaría cerrando 2016 en niveles cercanos al 5,5 por ciento. De esta manera, la concreción de bajas en la tasa repo (actualmente en 7,75 por ciento) dependerá del control de las expectativas inflacionarias de cara a 2017, ahora con presiones alcistas provenientes de los ajustes salariales y los efectos (así sean por una sola vez) del alza en la tasa general del IVA en 2017. Anif ha estimado que los aumentos tributarios estarán generando un incremento (de una sola vez) cercano a 1,2 puntos básicos sobre la inflación de 2017, llevándola entonces a niveles cercanos al 5,2 por ciento (frente a niveles cercanos al 4 por ciento sin reforma). Así, debido a este choque de costos tributarios y su impacto sobre la negociación del salario mínimo para 2017 (ahora a tasas del 7 en vez del 6 por ciento), el Emisor enfrentará dos alteraciones en su cronograma de reducción de su tasa repo: primero, deberá postergarlas para el primer semestre de 2017 (pese a la desaceleración económica); y segundo, enfrentará una menor holgura, pues creemos que su margen bajista se ha estrechado de los 225 puntos básicos (antes de la reforma tributaria) a solo unos 100 (ante la aprobación de la misma).