Desde hace varias décadas y en especial desde la firma del Convenio sobre Diversidad Biológica en 1992, ratificado en Colombia por la Ley 165 de 1994, se sabe que las Áreas Naturales Protegidas son “el principal instrumento reconocido para la conservación de la biodiversidad”.  Así, si bien la decisión de proteger seis áreas de actividades por Minambiente es “excepcional y provisional” es una estrategia necesaria para la protección legal de la biodiversidad colombiana. De hecho, es un paso fundamental para evitar una mayor degradación de los recursos naturales contenidos en estas zonas y de los servicios ecosistémicos que proveen, más aún en un país comprometido en la ley con el crecimiento verde. (Ver: Colombia tiene 1.660.000 nuevas hectáreas protegidas de la minería)Si los cálculos científicos son correctos, Colombia es el país con mayor riqueza de especies por kilómetro cuadrado, lo que significa que cualquier intervención en su territorio tiene la probabilidad más alta en el mundo de afectar numerosas especies y los servicios que de ellas dependen. Por ello, en Colombia se hace crítico armonizar las actividades económicas con la protección del medio ambiente. El país de la megadiversidad también tiene una mega-responsabilidad con la naturaleza existente en su territorio.Dos de las áreas incluidas en esta medida, la Serranía de Perijá y los Bosques Secos del Patía, hacen parte del portafolio de Conserva Colombia, un incentivo desarrollado hace 6 años por The Nature Conservancy y el Fondo Acción para fomentar la creación de áreas de conservación local y regional en ecosistemas pobremente representados en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del país. En este tiempo, Conserva Colombia ha aportado a la protección de 197.548 hectáreas de bosques secos, matorrales desérticos, sabanas tropicales y bosques andinos en 11 departamentos y con la participación de 15 organizaciones de la sociedad civil y las autoridades ambientales regionales. Gracias a este trabajo, en 2011 se declaró un Distrito de Manejo Integrado de 23.900 hectáreas en la Serranía de Perijá, con lo cual Corpoguajira logró la protección de las reservas hídricas para 87.000 habitantes del sur de La Guajira. Por otro lado, el Distrito de Manejo Integrado Bosque Seco del Patía, propuesto por la Asociación GAICA y Corponariño en los municipios de El Tambo, Taminango y El Peñol comprende 3.800 hectáreas de bosques secos únicos en el país. Los estudios para sustentar su declaratoria descubrieron un ecosistema de tal valor que catapultó su importancia al nivel de prioridad nacional. De esta manera, con la Resolución 1628 de 2015 se inicia el largo camino hacia la protección legal y restauración de estas zonas. (Vea: Nuquí, paraíso ecosistémico y ahora reserva marina)Una mejor relación entre la sociedad y la naturaleza empieza por reconocer que realmente estas nunca han estado separadas. El modelo de desarrollo que pone al ser humano aquí y la naturaleza allá, que considera la humanidad como “dominadora”, se transforma en la medida en que le damos espacio a los ecosistemas naturales para que se mantengan funcionales, independientes de la intervención humana, respetando la vida de numerosas especies y preservando los servicios ecosistémicos base del desarrollo económico. Por tal motivo, sí necesitamos más áreas de protección. *Fondo Acción