La profesora Sixta Vega vive en el municipio chocoano de Riosucio, en medio de las riberas del imponente Atrato. Lleva 31 años en la docencia y 21 de ellos dedicada a enseñarles a leer y a escribir a sus alumnos de preescolar, primero, segundo y tercero de primaria. ¿Qué significa el río para ella? Antes de responder sus grandes ojos comienzan a brillar. “El río es vida”, dice. Es renacer, respirar, es identidad e inpiración, es la esperanza de labrar un mejor presente y construir un mejor futuro.La ‘seño’ Sixta, como le dicen sus pequeños de grado primero, encarna la pasión y el respeto por este paraíso natural donde han vivido sus ancestros. Esto lo transmite en sus clases con un marcado énfasis etnoeducativo. ‘Champalanca Pedagógico’ es el modelo de educación propio de las comunidades afrodescendientes de los municipios del Bajo Atrato, es el producto del trabajo que los consejos comunitarios y los profesores han emprendido para rescatar y preservar los valores de su cultura desde los colegios.

Sixta Vega junto a sus almunos en el municipio de Riosucio, Chocó. Foto: Archivo particularArmada con esta muestra de resistencia y empoderamiento, cada mañana Sixta utiliza al río Atrato, al canalete, la champa, el tambor, la atarraya y las plantas tradicionales, en canciones, versos, poemas y coplas, para enseñarles a leer y escribir a sus niños desde lo propio, lo cercano. Ella ha ido recopilando y creando este material pedagógico a lo largo de sus años como docente en el municipio.Riosucio es un pueblo inmerso en las dinámicas del incomprendido y hasta hace poco olvidado río Atrato. Su cauce ha sido testigo de incalculables viajes de los pobladores afrocolombianos e indígenas a sus zonas de cultivo, ha sido usado como autopista para comunicarse con el mundo, como medio de transporte para llegar a la escuela, como lugar para darse el baño diario, o como un templo donde se reúnen las comadres a compartir las noticias que rondan este mágico pueblo y a golpear la ropa para sacarle la mugre. Hoy poco queda de eso.Pero con heroínas como la ‘seño’ Sixta, la riqueza y la historia del río seguirán presentes en las vidas de las nuevas generaciones que crecen en sus clases y en las aulas donde ella enseña. Sus alumnos serán los grandes guardianes del Atrato, porque aprendieron a leer y a escribir inspirados en su herencia.*Funcionarios del Ministerio de Educación.