Hace unos cinco años, Stéphannie Oliveria había conquistado el mundo de la moda. Con un cuerpo escultural y más de 1,80 metros de estatura, no había marca de ropa que se resistiera a sus encantos. Apenas tenía 18 años y ya era la imagen de Garnier, desfilaba en las pasarelas de Milán y le llovían los contratos. El hecho de ser la hija de una de las mayores estrellas del fútbol brasilero la había convertido en un ícono en su país, pero su talento la puso en el Viejo continente.A Bebeto no le gustaba mucho el trabajo de su hija en el mundo del modelaje, pero no hizo nada por impedirlo. Sentía que tenía que apoyarla en lo que la hiciera feliz. Sin embargo, los momentos que vivieron en la infancia hicieron que hace unos años Stéphannie le diera un vuelco a su vida. La joven llevaba un largo tiempo en Italia, una de las cunas del mundo de la moda. Cuenta que una noche fue a una fiesta con muchas otras modelos.Entre el furor de la música electrónica, el trago y el coqueteo, tomó una decisión radical. En un momento de la noche se sintió vacía y pensó que se sentiría muchísimo más plena en otro lugar.Los recuerdos de su niñez vinieron de un solo golpe. De niña, Stéphannie acompañaba a su papá a las favelas de Río de Janeiro a regalar juguetes, comida y ropa a los menores más necesitados. A pesar de todo lo que había vivido en Europa y de la meteórica carrera que había alcanzado, recordó que nunca se había sentido mejor que en esos momentos.Así, Stéphannie decidió comenzar un recorrido por África. En ese continente, plagado por el hambre y la violencia, vivió un buen tiempo. Cuando reafirmó que eso era lo que verdaderamente quería hacer en la vida, regresó a Brasil. La modelo se vinculó entonces a una iglesia cristiana de Río de Janeiro y se fue como misionera a vivir a las favelas. Así, lleva varios años compartiendo todo con quienes no tienen nada.La semana pasada visitó Cartagena. Aunque su viaje tuvo poca publicidad, un periodista del diario El Heraldo, Vicente Arcieri, se reunió con ella. La joven estaba en la Heroica invitada por un grupo cristiano, el Centro Bíblico Internacional de Cartagena, en Manga.Los cartageneros se dejaron cautivar por su sonrisa y por los recuerdos que evoca. No hay un hincha del fútbol que no recuerde el gesto de su papá meciendo un bebé imaginario cuando metía un gol en el mundial de 1994. Stéphannie les explicó a todos que esa demostración de amor no era para ella, sino para su hermano menor. Quienes pasaron los días con esta modelo se sentían orgullosos de conocer a la inspiración del astro brasilero. La exmodelo compartió varios días con los niños de la Heroica y dijo estar encantada con esa ciudad del Caribe. Espera volver, no para comer en sus prestigiosos restaurantes ni hospedarse en sus hoteles cinco estrellas, sino para compartir con quienes no pueden ni soñar con disfrutar esos lujos.