En 1993 los grupos empresariales y los medios de comunicación más importantes del país estaban enfrascados en una batalla sin tregua para hacerse a un puesto en la adjudicación de las licencias de telefonía celular. En ese entonces los inversionistas _agrupados en ocho empresas de carácter privado y mixto, aliadas con ope-radores internacionales_, cruzaban los dedos para que les fueran adjudicadas las tres regiones en las que fue dividido el país para la prestación del servicio. No era la mayor licitación abierta en el país hasta ese momento. Pero sí la que involucraba el mayor número de intereses nacionales y extranjeros de manera simultánea. Y al final los beneficiados terminaron pagando la suma de 1.300 millones de dólares por las licencias _algo así como 1,2 billones de pesos de 1994_, con el compromiso de amortizarlos en un plazo de 20 años después de iniciada la operación.El negocio prometíaLos atractivos de la telefonía celular como negocio eran _y siguen siendo_ innegables. Por una parte, la comunicación móvil inalámbrica ofrecía la comodidad de llevarse a cualquier lugar, sin requerir de cables o de otro tipo de conexión, lo que sin duda estaba alineado con las tendencias globales en el sector. En otras palabras, no se trataba de una moda pasajera. De hecho, la cifra pagada por los seis operadores _una de las más altas en el mercado latinoamericano_ se creyó más que justificada con las tasas de crecimiento del negocio durante sus primeros años (ver gráficas).Es más, la velocidad de crecimiento del negocio fue tal que en un período de cuatro años la telefonía celular alcanzó una penetración cercana al 5 por ciento de la población, lo que equivale a la penetración de la telefonía tradicional en 50 años de operación. El número de abonados _término con el que se designa a los usuarios en la legislación_ es hoy en día de 1.800.000 personas, lo que supera los cálculos más optimistas tanto de los operadores como del Ministerio de Comunicaciones. Según María Cristina Mejía de Mejía, presidenta de Celumóvil, las estimaciones contenidas en los planes iniciales apuntaban a que en cinco años _1999_ la empresa tuviera 250.000 abonados. Hoy la cifra es de 529.000. Y algo similar sucedió con Comcel. Peter Burrowes, presidente de esta última, coincide con Mejía en el sentido que las tasas de crecimiento fueron muy superiores a las presupuestadas. Comcel tiene hoy 513.000 abonados.Según Burrowes, las condiciones económicas eran tales en 1996 que Comcel mostró utilidades netas en su balance, lo que no estaba contemplado en el plan original; la revaluación hacía que el estar endeudados en dólares fuera un buen negocio, y la posibilidad de conseguir los recursos que requerían las empresas para atender sus necesidades de expansión era prácticamente imposible.Se volteó la tortaPero las devaluaciones de 1997 y 1998 hicieron que las cosas se pusieran feas. Al estar endeudadas en dólares y tener ingresos en moneda local, las empresas empezaron a deber cada día más. Y a esto se suma el hecho de que Comcel y Celumóvil se expandieron a través de adquisiciones, aumentando significativamente su carga financiera. Comcel compró a Occel y Celumóvil incorporó a Celumóvil de la Costa.Adicionalmente, la crisis de la economía hizo que el patrón de crecimiento en el número de usuarios cambiara de tendencia. Mientras que en el tercer trimestre de 1997 se adicionaron 253.000 abonados, en el primer trimestre de 1999 el número de usuarios sólo creció en 16.970. Y de seguir la tendencia no está lejano el día en que se dé un decrecimiento en el número de usuarios netos. Lo anterior, sumado a la reducción en la duración promedio de las llamadas y en el número de ellas _en Celumóvil el promedio de facturación de los usuarios pasó de 200 a 100 dólares por mes_ explica que a partir del tercer trimestre de 1998 los ingresos de los seis operadores hayan empezado a declinar.No todo está perdidoLo que viene hacia adelante no es mucho más fácil. La cláusula de exclusividad que protegía a los operadores celulares de otras tecnologías inalámbricas tenía una duración de cinco años, por lo cual es predecible que a partir del primer semestre del próximo año entren a competir en el mercado operadores de PCS y que se fortalezcan servicios que ofrecen ventajas de costos para el segmento empresarial como el Avantel, cuyo crecimiento ha sido notable. El resultado será una reducción mayor en los precios, lo que exigirá de los competidores mayor creatividad y una gama más amplia de servicios. A pesar de todo, la situación de los operadores celulares no es desesperada. Por una parte, los socios tienen la capacidad financiera para sobreaguar la crisis, que en algún momento tiene que dar su brazo a torcer. Por la otra, la telefonía celular no ha pasado de moda y no lo hará en el futuro cercano.Salir de la actual crisis es el segundo reto que debe enfrentar la telefonía celular, luego de superar con creces el primer obstáculo: convencer a los colombianos de usar el servicio y acostumbrarse a él. Los operadores celulares están muy activos buscando socios internacionales que los capitalicen y les ayuden a superar la coyuntura de endeudamiento. De lograrlo, los celulares seguirán siendo una alternativa de comunicaciones cada vez más aceptada en el país. Y estarán aquí para rato.