AUNQUE sus MAS CERCANOS ASESORES LE ACONSEjaron que no cambiara de imagen pues podría ser políticamente contraproducente, Juan Manuel Santos decidió afeitarse la barba. El cambió de look obedeció a un bien orquestado complot familiar. En la carta que sus hijos, Martín y María Antonia, le escribieron al Niño Dios pidieron como primer regalo que su papá se quitara la barba. El más pequeño, Esteban, quien apenas aprende a hablar, también balbuceaba cuando lo veía: "Barba fuera". Ante semejante plebiscito, el precandidato presidencial decidió llegar muy bien afeitado el 24 de diciembre a Anapoima, donde lo esperaba su familia, y darles a sus hijos el esperado regalo de Navidad. A pesar de la advertencia de sus más cercanos asesores, Santos prefirió escuchar la voz de sus hijos.